XVIII

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Minho no planeaba salir del agua, al menos por el momento le parecía más conveniente estar en esa agua verdosa que afuera enfrentando a su vecino. Pero esa idea fue fugitiva en cuanto sintió un bicho, bueno, varios de hecho, tocándole el brazo.

Podría usar la expresión de "Saltó hasta el techo" pero como no hay techo, vamos a decir que salió tan rápidamente de la piscina como sus pies le dieron.

Plan suicidio en la pileta vecina: fallado.

No había caído en la cuenta del frío que había afuera hasta que su cuerpo mojado fue bruscamente golpeado por el viento de un pronto invierno.

Miró a su alrededor, no había nadie más que el en el jardín, tomó la primera idea que se le vino a la mente y planeo salir corriendo hasta su casa y hacerle creer a Jisung que todo había sido una molesta alucinacion.

Pero en cuanto su cuerpo comenzó a moverse para irse rápidamente, sus ojos se volvieron a encontrar con los de Jisung en una misma noche por segunda vez. Ambos se quedaron parados, uno frente al otro, Jisung mirando con confusión el agua que caía por el cuerpo de Minho y preguntándose si el realmente estaba ahí o ya había comenzado a volverse loco.

Y Mínho, pensando en lo bien que le vendría la capa de invisibilidad que tiene el de los anteojos redondos y un rayo en la frente.

—¿Mínho? —Jisung intentó acercarse al mayor pero este retrocedió por reflejo.

Reflejo que le jugó en contra porque ahora sus pies estaban en el borde de la piscina otra vez y su cuerpo a punto de caerse de nuevo, si no fuera por las manos de Jisung que le sostuvieron el brazo evitando caerse de nuevo en la piscina.

En cuanto su cuerpo volvió a estar estable en el suelo firme, notó la cercanía que se había construido bruscamente por su casi segunda caída. Ambos mirándose a los ojos, Jisung sintiendo en su mano el mojado brazo de Mínho y este sintiendo como la ropa se le pegaba al cuerpo y le dificultaba respirar. ¿O era la cercanía del castaño la que lo hacía sentir así?

Cualquiera fuera la razón, era mejor evitarla.
Se separó suavemente del castaño, mirando al suelo como refugio. Ya había pasado suficiente vergüenza en una noche como para seguir dando lástima frente al menor.

—¿Estás bien? —Jisung buscó de todas formas la mirada del mayor, pero este no pensaba mirarlo por un largo tiempo.

¿Se estaban invirtiendo los roles?

—Lo estoy, si, lo siento.

—¿Que haces aquí? ¿En mí jardín, en mí psicina...? ¿Mojado?

Mínho pensó en veinte excusas, incluso una terminaba involucrando a los aliens, pero no podía mentirle, sería básicamente arruinar todo lo que hizo hasta el momento el doble. Había ido hasta ahí para que terminara de contar su historia, no para decirle que los aliens lo habían expulsado en su patio y le habían intentando borrar la memoria para que no los delatara. Solo que se le complicaba demasiado ser sincero si la verdad era tan vergonzosa.

—Yo... —La voz le salió temblorosa, claramente el frío le estaba haciendo mal, pero no se había dado cuenta hasta que su cuerpo fue su prioridad y no el castaño que tenía en frente.

—No puede ser, te estás muriendo de frío. —Jisung miró rápidamente hacia su casa, la luz de la habitación de su madre estaba apagada, había llegado tarde y lo primero que hizo fue irse a su cuarto a dormir, quizás con suerte no escucharía que hay alguien despierto en la casa. —Ven conmigo.

Le extendió la mano, Mínho la miró al menos por unos diez segundos recalculando la propuesta que le estaba haciendo.

Solo te está ayudando, no seas imbécil.

GARDEN - [Minsung] [FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora