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Jisung entró a la casa mojando el piso por dónde caminaba, seco su cabello con una toalla que encontró colgada en el tender de la lavandería, y camino con ella para dirigirse directamente a su habitación y dormir. Pero en el camino una voz lo detuvo.

—¿Jisung? Ven acá. —Su voz imponente se oyó en todo el primer piso, el menor se congelo y el frío de afuera no se sentía tan helado como estar ahí adentro con esa mujer cerca.

Caminó algo dudoso hasta lo que era el despacho de su madre, tiro la toalla antes de asomarse, pero le sería inútil ocultar lo empapado que estaba.

—¿Si? —Miró un punto fijo en el suelo, evitando como siempre la fría mirada de su madre que llegaba a intimidarle.

Pero su madre si le había mirado, y vaya que lo había hecho. De pies a cabeza, sus ojos solo mostraban horror. Bueno... Lo hacían siempre.

—¡¿Que es lo que has hecho?! —Su gritó hizo estremecer al menor, encogiéndose en su lugar y soñando en un mundo donde salir bajo la lluvia no era un delito.—¿¡Estuviste fuera?! ¿Sin mí permiso? Han Jisung, ¿Hay algo en tu vida que respetes?

El menor no dijo nada, aún no se atrevía a mirarla, no quería hacerlo.

—¡Nada puedes hacer bien! —Le escupió las palabras en la cara—. Ve inmediatamente a tu cuarto, quiero que te bañes y no vuelvas a aparecer por acá hasta la cena. ¿He sido clara?

Jisung mordió su labio aguantando el frío que de pronto le invadió. Y sin levantar la cabeza del suelo, dijo:—Si, mamá. Lo siento.

Y se retiró de aquel lugar, sintiendo por décima vez esa semana, los ojos picarle para avisarle que si hacía un solo movimiento mal, las lágrimas no tardarían en llegar. Y el no podía permitir eso, porque si su madre le veía llorar le diría que eso no está bien. Los hombres no lloran.

¿Había algo que realmente el pudiera hacer?

Entró a su habitación, apoyó su espalda en la puerta y deslizó hasta el suelo. El cabello que antes estaba mojado ahora había secado un poco, miró sus manos como si allí estuviera la respuesta a todas sus preguntas y lo único que hicieron fue recordarle que con ellas había tocado a Minho.

Cerró los ojos dejándose llevar por las emociones que le abundaban el cuerpo, ¿Porque estaba mal sentir aquello? ¿Porque esas pequeñas presiones en el pecho con solo tenerlo cerca eran malas?

Se levantó del suelo, no pertenecía a ese mundo tan injusto, cerró las cortinas y se prometió a si mismo no volver a abrirlas a menos que fuera necesario.

Y no lo sería.

(...)

Luego de la ducha bajó a la cocina, era la hora de cenar. No espero que en la mesa se encontrará su madre, estaba acostumbrado a cenar completamente solo.

Tomó asiento silenciosamente, ella no había levantado la vista en ningún momento de su laptop, y parecía decidida a hacerlo.

Pasaron unos 15 minutos de completo silencio, Jisung pensando en que si bien su madre lo había descubierto afuera, al menos no lo había visto con el vecino, pues eso causaría una guerra sin escapatoria y con ganador de antemano. Mientras su cabeza se llenaba de pensamientos en medio de ese silencio, su madre cerró la laptop y miró a su hijo fijamente y de manera sería.

—Jisung —Lo llamó firme, el menor asintió, despejando su cabeza y devolviéndole la mirada. La cual no duro mucho, pues se volvió a sentir intimidado ante ella—. Tengo noticias para ti.

—¿Que sucedió?

—Te he conseguido una pareja. Tiene tu edad, es hija de una compañera de mí trabajo, viene de una buena familia y sobre todo, es mujer, que es lo único importante. —Su madre le miró sin ninguna emoción en el rostro.

GARDEN - [Minsung] [FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora