CAPÍTULO 24 - CAMBIO DE PLANES.-

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Camino se despertó nuevamente con esa sensación de ahogo, como si algo le oprimiera el pecho y le costase respirar. Se le formaba un nudo en la garganta imposible de romper. <<¿Otra vez? ¿Por qué ahora?>> se preguntó. Cuando mejor estaba... con su familia, con sus amigos y con Maite, el amor de su vida. Era como si su cuerpo estuviera alerta ante un peligro que no entendía, que no conseguía descifrar. Su rostro se tornaba serio, y para evitar preguntas ponía una eterna sonrisa, así evitaba un interrogatorio al que no podía ni quería enfrentarse, y porque entendía que la risa era la mejor cura, en vez de centrarse en esa angustia. Una solución a corto plazo, pero que a la larga terminaría explotando, cambiando ese nuevo mundo que estaba construyendo.

Quedaban algunas horas para empezar su rutina diaria, asumiendo la imposibilidad de recuperar el sueño, decidió hacer algo para matar las horas. <<El photoshoot con Maite va a quedar genial, estoy deseando fotografiar su esencia. Es momento de vaciar la tarjeta de memoria de la cámara de fotos. ¿Dónde estará?>> se preguntó. Siempre le pasaba lo mismo, dejaba las cosas en el primer lugar que pillaba y después le costaba la misma vida encontrarlas. Se puso a rebuscar por toda la habitación, en el armario, en el escritorio, bajo la cama...la estaba dando por perdida cuando tropezó con ella, oculta tras un lienzo por terminar. <<Aquí estabas. Cualquier día pierdo la cabeza>> sonrió.

Llevaba el pijama de Totoro que le prestó Maite, se lo había quedado a modo de recuerdo de aquella noche juntas, aunque hubiera terminado de esa manera. Ella ebria, vomitando toda la cena, y Maite sosteniéndola como el ángel guardián que era, su luz, su guía.

Encendió el portátil. Mientras se cargaba, aprovechó para comprobar el móvil, ningún mensaje nuevo. Introdujo la contraseña y se quedó atontada mirando el fondo de pantalla, su primera foto juntas. <<¿Enamorada yo? Que va>> rió de sí misma.

Enchufó la cámara, y comenzó a descargar las últimas fotografías, que justamente eran de aquel día que se encontró a Maite en el puente. Ese puente que seguía siendo un nexo de unión entre ambas y cuyo significado estaba aún por descubrir. Las fotos eran aleatorias, en la mayoría de los casos buscaba la espontaneidad de las personas, lo cotidiano y lo natural a partes iguales; un pájaro surcando el cielo, una pareja sentada en un banco, un remolino de aire meciendo las hojas caídas... cualquier cosa que le sirviera de inspiración. Esos ratos perdida por la ciudad le ayudaban a desconectar, su intranquilidad desaparecía, su respiración se calmaba, su cuerpo recuperaba la armonía, y su mente dejaba atrás esa mala costumbre de pensar en todo, de darle vueltas a lo insignificante que se acababa convirtiendo en un todo.

Dejó el resto de fotos pasándose el dispositivo y se fue al armario. <<¿Qué me pongo hoy? Que dilema>> pensó. Asumía que el tema de la moda no era su fuerte, muchas veces podía tirarse horas eligiendo una simple combinación de ropa. Menos mal que contaba con Aroa, que resolvía sus dudas y la sacaba de cualquier apuro, incluso la acompañaba como personal shopper. Si fuera por ella, iría siempre en vaqueros, sudadera y zapatillas. Todo cambió en el momento que conoció a Maite, su interés había ido cambiando, quería gustarle, que se fijara en ella. Con el tiempo se dio cuenta que no era necesario, solo con mirarlas bastaba para descubrir que su amor iba más allá de lo físico.

Un sonido proveniente del portátil le advirtió que el traspaso había terminado con éxito. Tocaba separar los archivos por carpetas. Ya que su vida era un caos, al menos que sus documentos estuvieran organizados. Por supuesto, el puente tendría una carpeta para él solo. Había hecho tantas, en diferentes días, con diferentes ángulos y perspectivas, que podía recrearlo con los ojos cerrados.

MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Where stories live. Discover now