CAPÍTULO 25 - DESCONEXIÓN.-

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- "Menudo susto te llevaste. Aún sigo sin saber cómo averiguaste mi nombre - dijo Maite.

Y yo sigo sin poder explicarlo. Era como si te conociera de otra vida. Raro, ¿verdad? - respondió Camino.

Sí, pero creo que será una de esas veces que no debemos buscar sentido. ¿Qué más da?, lo importante es que estemos juntas".

<<Que más da, lo importantes es que estemos juntas...juntas...juntas>> se repetía Camino una y otra y vez. Desde aquel descubrimiento no había un momento del día en el que esa conversación no acudiera a su cabeza, para recordarle las veces que Maite había esquivado el tema, restándole importancia, cuando en realidad era algo que necesitaba salir a flote de una vez por todas. Pero, ¿por qué lo hacía? ¿cómo le decía lo que sentía?, ¿volvería a echarse para atrás?. En lo más profundo sabía que ella notaba algo, que ese cambio de planes de última hora correspondía a un motivo. Como era de esperar, prefirió callar. Eso provocó desánimo en ella. O Maite hacía algo ya, o sería demasiado tarde. Si seguían por esa dirección, la relación nunca iba a funcionar. Si el punto más fuerte falla, falla todo lo demás.

Camino se giró hacia Aroa e intentó hablar, pero la vio tan concentrada mirando las vistas desde la terraza, que decidió mantenerse callada. En cuanto llegaron a la casa rural, se había empeñado en crear una lista, quería aprovechar el tiempo. Después de mirar cientos de lugares, al final se habían decidido por ir al Parque Nacional de Monfragüe, un lugar hermoso del que siempre le había hablado su abuela. Parte de su familia paterna era de Extremadura, pero nunca antes había tenido la oportunidad de visitar la Comunidad Autónoma, y en cierta manera, la sentía un poco suya. Recordaba cómo cada noche antes de dormir, sus abuelos le contaban miles de historias vividas en el pueblo, como se habían conocido recorriendo aquellas calles empedradas llenas de antigüedad. El aire se sentía más puro, más limpio, tan diferente al de la ciudad. Ahora entendía el porqué de su regreso. Uno siempre está atado al lugar que le vio nacer, una conexión que no hace más que agrandarse cuanto más alejado estés. Cuanto los echaba de menos.

- Camino, ¿Camino? - Aroa intentaba llamar su atención sin mucho éxito.

- ¿Qué? Perdona, dime.

- Venga, déjalo estar. Fue tu proposición, ¿lo recuerdas?. Así que, deja de darle vueltas a esa cabecita. Es momento de reconectar con la madre tierra - se sentó en el suelo con los pies cruzados y se puso a meditar.

- ¿Y se supone que así lo voy a conseguir? - se echó a reír.

- Perdona, pero la meditación es una manera simple y rápida de reducir el estrés... brinda paz interior cuando más lo necesitas. Así que no te rías si no lo has practicado - se molestó por unos segundos - Ven, siéntate aquí a mi lado.

Camino hizo lo que le pedía. Después de todo, había sido su idea, ¿no?. Lo mínimo que podía hacer era intentarlo. Se sentó copiando su postura, cerró los ojos y mantuvo la mente en blanco. Podía escuchar el viento meciendo los árboles, el cántico de los pájaros, incluso podía sentir su propia respiración. Tenía razón, ese pequeño momento consiguió despejar la abrumadora cantidad de información que se formaba en su caótica mente y que contribuía a su estrés.

- Creo que al final me va a gustar esto de la meditación. Me da sensación de calma y paz. El equilibrio puede que tarde un poco más en adquirirlo - le sonrió.

MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Onde histórias criam vida. Descubra agora