CAPÍTULO 9 - EL PUENTE.-

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Esa noche Camino volvió a soñar con ese puente, algo que le pasaba a menudo. Se despertaba sudando, con una mezcla de confusión, y a la misma vez interés por encontrar una explicación lógica a esos sueños que tenían ese lugar como nexo de unión. Tras comprobar que no iba a ser capaz de recuperar el sueño, decidió aprovechar la luz del amanecer para retomar la lectura de "El principito". Lo había leído tantas veces, que las esquinas estaban deterioradas, y la mitad de las hojas despegadas de tanto uso, pero lo guardaba como un tesoro, pues fue un regalo de su padre. Se vistió intentando hacer el menor ruido posible, lo último que quería era despertar a su hermano, y mucho menos a su madre. Preparó la mochila con lo indispensable, y cerró la puerta sin mirar atrás.

La ciudad nunca duerme, se notaban los primeros rayos de sol apareciendo tras los edificios, gente saliendo a correr, otras volviendo a casa después de una larga jornada de trabajo...En otras circunstancias, las calles estarían llenas de vida, con personas de aquí para allá, atenta a sus móviles, comprando el pan para el desayuno, en las paradas de bus y metro camino a su rutina diaria, pero este virus lo había cambiado todo. Desde la forma de comunicarnos, hasta quitarnos en cierta parte, nuestra humanidad, sin abrazos, ni besos, ni caricias, ni ningún otro tipo de contacto físico.

A Camino le gustaba observar a las personas, se divertía intentando averiguar su personalidad, qué le gustaría comer, en que trabajaría, su estilo al vestir, su música preferida, etc. Admiraba a las personas que tenían claro lo que querían ser en la vida. Ella se había dejado llevar sin saber qué dirección tomar...hasta que llegó Maite. Parece que tuvo que llegar ella para darse cuenta que la pintura era su destino. Y que de una manera u otra, ambas estaban unidas por algo que aún no sabía describir a ciencia cierta. Lo que sí tenía claro, es que ella le había hecho darse cuenta de lo que quería, y cuando estaba junto a ella, todo era más fácil. Como una pieza de un puzzle que encaja con otra, a la perfección. No sabía si llamarlo amor. Tantos libros leídos sobre ese sentimiento, tantas historias románticas, que conocía su concepto pero no su significado, esa pasión descrita por tantos autores. Lo único que se atrevía a admitir era una especie de afecto, una sensación de ternura que iba in crescendo en su interior, pues en sus pensamientos solo había hueco para ella. Si eso no era amor, ¿Qué lo era?.

En su imaginación, la había besado, y se asombró ante esa idea. No la había visto desde aquel día en el Palacio de Cristal. Sabía que no iba a ser capaz de pedirle una cita, o más bien, quedar para tomar algo, y más después de rememorar esa realidad alternativa de un pasado que parecía unirlas. Aún esperaba con ansias que se pasara por el restaurante. Tan pensativa estaba, que no se dio cuenta donde había llegado. Parecía que su inconsciente terminaba llevándola allí una y otra vez, al puente de sus sueños.

La brisa de la mañana la despertó del todo, sacó su sudadera de "La Sirenita", y se la puso, mientras buscaba ese hueco cerca del puente para resguardarse de las miradas de la gente. Acurrucada bajo el arco, sintiendo el calor de su propio cuerpo, se dispuso a retomar la lectura. No llevaba más de quince minutos en el momento en que se acercó a la baranda para observar el paisaje, cuando de repente, un nuevo recuerdo le vino a la memoria, ella y Maite, abrazadas, en lo que parecía una despedida. Y tal como vino, se fue, dejándola exhausta y perdida. ¿Qué significaba todo eso? Por momentos creía enloquecer, pero era tan vivo, tan real. ¿Podrían ser recuerdos de una vida pasada?. Nunca había creído en la reencarnación, pero cada vez tenía más credibilidad la leyenda del hilo rojo del destino. Aún se encontraba dándole vueltas a lo ocurrido cuando unos mensajes resonaron en su móvil.

- Aroa -

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MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Where stories live. Discover now