Capítulo 07: Gritos de vergüenza

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Caminar por el centro comercial junto a Dainan y Hans, es una completa locura

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Caminar por el centro comercial junto a Dainan y Hans, es una completa locura. A mi lado izquierdo tengo a Hans, y en el derecho a Dainan. Ambos parecen mis guardaespaldas porque son altos, robustos y sus expresiones están serias, como si estuvieran resguardando la vida de un cordero que en cualquier momento puede ser acechada por un lobo.

Río internamente al verlos como unos perros rabiosos esperando atacar y morder a alguien que se me acerque. Dainan y Hans recién se han conocido hoy, y no esperé que se llevaran tan bien. La expresión de sus rostros es debido a que hace unos minutos, un compañero del instituto me reconoció y se acercó para saludarme con un beso que casi rosó mi labio.

Hablé con Hans, sobre el cumpleaños de Bella, y él jamás lo olvidó. Los problemas que tiene en casa, lo llevaron a preocuparse y a dejar de lado el cumpleaños, al igual que yo, a mí me ha sofocado mentalmente y físicamente la competencia de natación, sin embargo, ambos queremos enmendar nuestro error.

—¡Por allí hay una juguetería! —les digo, señalando con mi índice derecho una tienda que está casi a tres metros de nosotros.

—¿Iremos a una juguetería? —pregunta Dainan mirándome por el rabillo de su ojo con una risa sin creer a mi exclamación.

Hans y yo lo observamos sin signos de diversión.

—Mi novia ama los peluches —le responde Hans, serio.

—Y las muñecas—añado yo.

Bella es una niña tierna, a veces perversa, pero la mayor parte del tiempo tierna, y su pasatiempo favorito, aparte de escuchar las canciones de Harry Styles, es jugar con sus muñecas de colección, o tejerles ropitas a sus peluches. Ella aún lleva una niña en su interior, y estoy segura que jamás se irá como muchos de nosotros. Una Aurora pequeña aún se emociona por las películas de Disney o dormir en el regazo de su madre mientras ella le hace cariñitos sobre su cabeza.

—¿Entonces qué esperamos? —Dainan da un aplauso—Manos a la obra.

—¡Let's go! —Hans y yo decimos al mismo tiempo.

Caminamos hasta la entrada de la juguetería, y observamos a una señora de mediana estatura ordenando unas pelotas de básquet que se encuentran en una cesta, al darse cuenta de nuestra presencia, nos muestra una amable sonrisa.

—Buenos días y bienvenidos a "Sam's toy store", ¿en qué puedo ayudarlos?

Le sonrío y me acerco a ella—¡Buenos días! —le saludo—¿Venderá por si acaso muñecas de colección?

—¿Y también tendrá a ese monstruo adorable de color azul? —inquiere Hans.

Yo lo observo.

—Se llama Stich, Hans.

—Sí, ese.

La señora suelta una delicada risa—Sí tengo las muñecas y también a ese monstruo adorable de color azul.

Susurros de amor © [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora