Capítulo 03: Pobre abdomen, maldito torpe

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04 de agosto, 2018

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04 de agosto, 2018

La noche de ayer, antes de llegar a casa, Bella me llamó llorando, preguntándome si podía dormir conmigo, ya que sus padres tuvieron una discusión bastante fuerte, produciéndole tristeza. En estos momentos yo era feliz, de que su mamá y la mía fuesen amigas, porque gracias a ello, Bella pudo dormir en mi casa con absoluta confianza.

Ahora mamá nos está preparando una rica avena de chocolate, y tostadas con mermelada. Bella me despertó temprano, más temprano de lo usual, (en realidad era su obligación) porque en la noche nos desvelamos conversando por horas, y le advertí que, si no me despertaba, faltaríamos a clases.

—En la tarde hablaré con Jacqueline, así que puedes quedarte los días que quieras, Bella. —le habló mamá con su guante de cocina en la mano, sonriente—A veces, nosotros los adultos nos llenamos de estrés, y lo único que provocamos es herir a nuestros hijos con nuestros problemas.

Por mi mente pasaron todas las veces que mis papás discutían o cuando les iba mal en el trabajo y yo era quien pagaba los platos rotos. Tenían esa costumbre de gritarme por todo, sobre todo mamá, ella era la que concurridas veces desfogaba su molestia contra mí. Escucharla ahora, me hacía entenderla un poco, solo un poco...

—Escuché que quieren divorciarse—musitó Bella, con su voz entrecortada, la vi y sus ojitos se aguaron nuevamente.

Posé mi mano sobre la suya y la acaricié para tranquilizarla.

—Tranquila, hija, Jacqueline está muy enamorada de tu papá como para separarse de él. —le regala una suave sonrisa—Solo déjame conversar con ella, dos adultos se entienden a la perfección.

—Se lo agradezco, señora Daniela —agradeció Bella.

Con su camiseta limpió sus ojos lagrimosos.

—Ten, come—le entregué su tostada—¿Quieres avena?

Ella solo asintió.

Me levanté de la silla para ayudar a mamá, a servir la avena. Me dolía en el corazón, ver a Bella llorar. Sentía una presión en el pecho, era como si estuviera compartiendo su tristeza conmigo. Entonces me propuse firme que hoy la haría reír como nunca. A veces las amigas tienden a tomar el rol de hermanas mayores. En esta ocasión yo era ella, y Bella mi hermanita pequeña que necesitaba recuperar su alegría.

No quiso por alguna razón que llamara a Hans, pero en mi interior sabía que algo amargo había entre ellos dos.

Me apegué a mamá, quien movía la avena con una cuchara de palo.

—Mami, ¿debería ir con Bella al cine? —le susurré, procurando no ser escuchada por mi amiga.

Mamá me miró de reojo. —Puede ser, pero primero me cumplen con las tareas—ordenó, sin dejar de mover la avena.

Susurros de amor © [FINALIZADA]Where stories live. Discover now