ARRIBA Y CONTRA EL MURO

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Arriba y contra el muro de piedra... elevado con un simple esfuerzo de aquellos brazos fuertes,  sostenido por las manos varoniles,  grandes y cálidas, que no lo soltarían hasta terminar su acometida... Sonrió ante la facilidad con la que fue despegado del suelo, él era un hombre alto, sí,  tal vez un poco esbelto,  pero sus músculos eran firmes,  igual que la tersura de su piel de alabastro, y le fascinaba la fuerza usada para  mantenerlo sin tocar el suelo, sentirse adorado entre nubes, y una vez apoyado, su espalda estilizada bien recargada en la alta pared, fue sencillo que las manos,  igual que halcones, volaran al ras de sus firmes muslos buscando la forma más expedita de desanudar el cordón de sus pantalones y deslizarlos para tener acceso libre a su redondo y suave trasero, y de paso,  liberar el cetro que, erguido y orgulloso, sería el blanco  infaltable de la boca ávida que se moría por devorarlo.

Suspiró ahogadamente antes de llenar de aire sus pulmones y recibir los labios ansiosos, que lo besaron primero suavemente, posándose leves en sus propios labios, dejándole sentir el cariñoso inicio del encuentro inesperado, felices ambos de encontrar unos minutos a solas y por supuesto, no desaprovechar ni un segundo.

Cada instante juntos era más valioso que el más preciado tesoro de la bóveda del Rey. El beso se volvió más exigente, demandó que entreabriera los delgados y rojos labios para poder probar su sabor, permitió la doble invasión de una lengua caliente y húmeda, que recorrió la blanca hilera de sus dientes perfectos, metiéndose después para buscar un duelo dulce,  húmedo y enloquecedor por un lado, y el avance del índice masajeando su intimidad, preparando el camino para introducirse,  haciendo círculos,  dilatando,  lubricando su preciado santuario. ¡Tantos años habían pasado y el deseo, la necesidad de ser una sola carne no disminuía!

Lanzó un jadeo al sentir un segundo dedo apresurando la labor... era la parte triste de la doble vida que llevaban. Sin tiempo para el preludio, sin un minuto qué perder, directo a la acción. Dió por terminado el beso, hundiendo el rostro entre el rudo hombro y la blonda cabellera, anudando los brazos en su fuerte cuello y las largas piernas en su cintura...

-Ten cuidado,  por todo lo eterno... que no estoy hecho de masa para  modelar...

-Lo siento,  mi amor...

Esa fue la respuesta, y claro,  no lo sentía de verdad,  porque sacó los dedos para tomarse el erecto miembro y guiarlo hasta la entrada de su futuro placer... lo punteó un par de veces y se encajó de golpe al menos hasta la mitad del formidable instrumento.

-Carajo... -se quejó, ahogando de nuevo el volumen de su voz- No es fácil recibirte después de cuatro meses de ausencia...

-No... ni ha sido sencillo tolerar mi soledad tampoco... por eso necesito demostrarte la falta que me haces,  el hambre que tengo de tu cuerpo,  de tu calor y sobre todo... de mirarme reflejado en tus hermosos ojos verdes...

-Maldito zalamero,  endulzas mi oído mientras me posees sin ternura...  si no fuera porque decidí creer en tus promesas...

-Te equivocas... venero tu cuerpo,  pero me rindo ante los caprichos de tu corazón... lo sabes, soy incondicionalmente tuyo y te extraño,  y te necesito y te amo... Cada promesa que ha salido de mi boca,  he de cumplirla absolutamente...

Cerró los ojos,  dispuesto a disfrutar el poderoso vaivén de sus caderas empotradas sobre aquel magnífico mástil, que iba y venía en rítmicos empujes. Se sentía tan bien, con todo el imponente, grueso y caliente trozo de carne en su interior, sus oídos gozando con los gruñidos de placer en la voz grave que tanto amaba, y el musical sonido del escroto y sus bolsas sonando contra la ya enrojecida área perineal.

Si,  decidió un par de años atrás creer cada palabra,  cada promesa,  porque era lo único que tenía en la vida.
Lo encontró prisionero,  enfermo,  derrotado... y a besos,  entre lágrimas, lo rescató y le juró reponerle los años perdidos entre odios mal alimentados,  rencores varios y un amor imposible de apagar que se consumía a sí mismo,  como Jörmungander mordiéndose la cola. Un amor nacido en la clandestinidad y en lo prohibido,  pero que parecía tan invencible que, pasaba el tiempo, junto a los eventos de los reinos y ellos todavía buscaban,  alborozados como adolescentes,  la menor distracción del resto del mundo para entregarse uno a los brazos del otro... y hacer el amor, conscientes de que quizá esa sería la última vez.

Afortunadamente, la última vez no era realmente la última,  y encontraban siempre  una nueva oportunidad para amarse.

-Thor... estoy a punto de venirme... -gimió,  bajando una mano hasta su miembro, masturbandolo sin piedad.

Por respuesta, el rubio,  en un alarde de fuerza todavía mayor, se salió de su interior para subirlo a sus hombros y atrapar con la boca el pedazo de cielo, sonrosado y congestionado, que amenazaba con derramarse. Se lo metió entero a la boca,  chupando  con fuerza, aumentando su placer hasta el delirio... hasta que,  incapaz de aguantar más,  estalló en un orgasmo caliente,  abundante, que Thor se bebió hasta la última gota ...

-Eres delicioso... - murmuró el rubio, esperando paciente que Loki recobrara la respiración,  observándolo enamorado,  extasiado ante la visión de su hermano adoptivo aferrado a sus hombros,  sudoroso,  jadeante,  ahíto y pleno de amor- No entiendo como puedo soportar estar lejos de ti...

-No es el momento para filosofar... Termina, dentro de mí...

No lo repitió dos veces, una risa de satisfacción y un ligero giro para colocarlo en el piso, ambas manos sobre el muro,  apoyado en antebrazos y también la mejilla derecha,  tomó aire y sintió la nueva embestida,  urgente y total... Thor ya no tenía tiempo para mimos, empujó con ferocidad,  firme,  hasta el fondo,  sujetándolo por las caderas, pegándose a él,  hundiéndose entre las nalgas enrojecidas,  cabalgándolo, acariciando su pecho y hablando la cabellera de azabache,  provocando su placer y el  propio al unísono,  tocaron juntos las puertas del Valhalla,  unidos en el más hermoso y sensual de los conciertos, interpretando la sinfonía del amor.

-Tengo una duda-dijo Thor, terminando de mudar sus ropas,  luego de darse un corto y muy necesario baño- A ti no te gusta que yo me derrame dentro de ti.  Siempre cuidas ese detalle, prefieres que te bañe en semen a dejar caer una gota en tu interior,  pero lo que acaba de suceder...

-¿Acaso no puedo cambiar de opinión y complacer al hombre que amo?

-Me provoca quedarme a tu lado y enviar a Hel los protocolos de Odín, hoy te sentí especialmente dulce,  suave y dispuesto... Podríamos...

-Podriamos adelantar la guerra entre Asgard y Jötunheim,  que parece inminente,  todo por la arrogancia de Laufey y mis hermanos,  que chocan con el no menos terco y soberbio Padre de Todo... Ellos disputando como guerreros y brutos que son,  caerían fulminados si se enteran de lo nuestro...

-¿Y estás tan seguro que nuestro cariño vale una guerra?

-Pues no lo celebrarían,  principalmente cuando Odín quiso asegurarse de que tú te desposaras no una,  sino tres veces,  tres mujeres para un solo marido,  y sabe perfectamente que los Jötnar somos una raza monógama... Dices que tus padres no saben de nuestro amor,  yo casi puedo afirmar que si y que han hecho de todo para sabotearlo.

-Jane, Sif y Valkiria... y a las tres las cambiaría con gusto por ti. Si tan solo no te hubiese encontrado tan tarde... Las leyes permiten el divorcio  con causa justificada... Si yo pudiera...

-Hey, sin tristezas... Las Nornas saben por qué sucede cada cosa... anda,  vete ya... te  veré en la cena y quizá mi gente y la tuya  puedan celebrar una alianza de paz, tan necesaria para los dos reinos.

-¿Y cuándo volveremos a estar juntos,  Loki?

-¡Lo eterno lo dispondrá! Solo, no pierdas la fe.

Y con el último beso,  aquel encuentro clandestino terminó... Así era su historia,  rescatado por su hermano,  pero exiliado por su padre adoptivo.  Loki vivía entre ambos mundos,  no regresó jamás al reino de los hielos eternos,  pero se reconcilió con su padre biológico y sus medios hermanos.  Tampoco volvió a Asgard,  al  menos no como miembro de la familia.

Se armó de valor,  miraría por vez primera a las esposas de Thor,  sabia que las tres lo odiaban cordialmente, sobre todo la mortal,  Jane Foster,  quien aún pedía a su marido devolverlo a prisión. ¡Tontas todas ellas, ingenuas criaturas! Thor le pertenecía... aunque su papel fuera en la oscuridad,  aunque fuera tan solo el amante... sonrió... llevó sus manos a su vientre.

-Lo he sentido,  amado tonto,  he sentido mi fertilidad gritándome que era el momento... quizá me llevo un hijo tuyo... Quieran los Dioses antiguos que así sea... Si no te vuelvo a ver,  si  nuestros mundos entran en conflicto y esta tarde, ha sido la última... un hijo tuyo será el mejor de los motivos para seguir adelante,  para no perder del todo la esperanza... Te amo,  Thor,  te amaré eternamente...

FIN.
16 marzo  2021.

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