56.- Cabrona

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- Pero no me quiero ir  - la abraza por la cintura haciendo un puchero.

- Pues que pena, tienes una empresa muuuuuy  famosa que atender - dijo Altagracia haciendo referencia a su empresa.

- Pero tu también tienes que atenderla. No quiero ir yo solito - dijo abrazándola cada vez más.

Eran las ocho de la mañana, ambos seguían desnudos y abrazados.

- José Luis, llegaste aquí el viernes y ya es Lunes - dice riendo - La empresa no se atenderá sola. Obviamente tengo que ir contigo. Si la cama pudiera hablar ya nos estaría mandando a la mierda de tanto que nos la pasamos aquí. - ambos ríen. Sabían muy bien todo lo que había ocurrido en aquella cama.

- ¿Y si nos quedamos? - pregunta y Altagracia rueda los ojos.

- Pareces un niño pequeño. 

- Shi, y necesito muchos cariñitos. - dice tierno y abrazándola. Altagracia le hace cariñitos en el cabello por unos minutos y luego le da un beso en el mismo. 

- Listo, ya tienes los cariñitos que querías, ahora levántate y ve a bañarte - este se queja pero luego consigue que se levante. Una vez este entra al baño, ella se dirige a la cocina a prepararse un café. 

Minutos después Magdalena llega.

- Vaya vaya... - dice magda. - Veo que por fin después de tres días alguien se digna a bajar. 

- Magda - dice acomplejada y avanza hasta ella - Perdón, ¿si? Te prometo que después te explicaré todo. 

- Mmm, claro - dice yendo a tomar un café. Altagracia quería a Magda como a una madre.  - Ahora todo el mundo se besa, tiene pareja y una aquí ni enterada. Ni siquiera me pidió que les llevara desayuno estos tres días - dice sentida y orgullosa.

- Perdón. Te juro que te lo contaré luego.

- No hace falta. Ya comprobé que no le interesa contarme nada de su vida amorosa. - suspira - Tanto cariño y tanto amor entregado no sirvió de nada. No me tiene confianza - dice dramática.

- Basta - le susurra - No hagas tanto drama que tú tampoco me contaste cuando te acercaste a Matamoros.

- Ihhh, me juró que nunca más me lo sacaría en cara - susurra dramática.

- No - susurra también - Dije que iba a intentar no hacerlo. Ahora, por favor, ayúdame con el desayuno. José Luis debe estar terminando de bañarse y bajará en cualquier momento.

- Tramposa - susurra enojada - Y, ¿qué le hago de desayuno o que?

- No sé, café con tostadas, qué se yo...

- Está bien... - dice aún orgullosa. - ¿Café instantáneo?

- De grano - dice observando cómo José Luis baja.

- Agh, hasta salió de gustos exquisitos el nene - dice rodando los ojos.

- ¡Magda! - la reprende y gira para ver a José Luis - Buen día - le dice sonriendo.

- Buenas - avanza hasta ella y le da un beso mientras Magda los miraba aún sentida y recelosa.

- Ven; Magda ya está preparando el desayuno. - dice y se sientan a la mesa.

- ¿Te gusta mi pelo? —se lo toca parpadeando coqueto.

- Está bastante brilloso la verdad - lo toca - Y suave.

- Pantene, brillo y reparación instantánea en cabello graso y puntas partidas - dice peinandose con los dedos y haciendo gestos coquetos que resultaban graciosos.

- Menso - ríe Altagracia.

- ¿Menso yo? Envidiosa tú que no tienes un cabello tan sedoso como el mío - dice.

- Ay ajá, sueña, baboso. - ríe.

- Permiso - dice Magda al entrar junto a una bandeja con huevos, fruta y algún que otro postre bajo en calorías que Altagracia amaba por las mañanas.

- Gracias, Magda - dice Altagracia.

- Gracias - dice José Luis.

- Disfruten - dice mirando a Altagracia y se va. Ambos se miran y luego José Luis dice:

- Al menos avisó que venía - ríen.

- Come ya, tonto.

[...]

Cuando finalmente se fueron de la casa, y obviamente Altagracia cruzó miradas con una muy orgullosa y sentida Magdalena, fueron directo a la empresa de Altagracia para reunirse con los jefes de los trabajadores de la constructora y los socios de José Luis para su proyecto en mente: el edificio inteligente.

Pero, en cuanto vió la cara de dichos socios, supo de inmediato que no eran más que unos ladrones. 

- Es un proyecto muy ambicioso, doña. - dice uno de los socios de José Luis.

- Sí, y es por eso que será un éxito también. - respondió. No le agradaba la idea de que ellos estuvieran presentes en el proyecto. Tenía el extraño presentimiento de que no eran de confiar.

- Es bastante bueno, Altagracia, pero...no nos beneficia a nosotros en nada - dice la mujer de blanco.

- Ah, claro, es que en realidad no tengo ni idea de qué hacen ustedes aquí - les dice a todos los socios de Luis.

- ¿Perdón?

- No hay nada que perdonar, Eugenia, solo no quiero gente que se dedique simplemente a estirar la mano para recibir dinero sin siquiera haber ayudado en lo mínimo. Nos conocemos, Eugenia, ambas sabemos que sólo te dedicas a lo que he dicho.

- Esto es... -se pone nerviosa y José Luis mira a Altagracia -...inaceptable... ¡José Luis! - lo miró. 

- No es necesario que metas a José Luis en esto. Te pido que por favor te retires. Tú y todos los demás de esta sala, por favor; gracias. - dice sonriendo mientras mira a un José Luis completamente confundido. 

Eugenia, junto con los demás socios completamente indignados, abandonan por completo la sala dejando a tres trabajadores y a Altagracia y José Luis solos.

- ¿Podrían darnos un momento, por favor? - les dice José Luis a los trabajadores y estos salen.

- Antes de que me digas algo - dice Altagracia - cuando unimos las empresas te dije que quería que los encargados fuéramos tú y yo. Ni siquiera sabía quiénes eran tus socios, pero desde luego José Luis, ellos no van a estar en el proyecto.

- Pudiste haberme dicho que no los trajera.

- ¿Debo decirte como hacer tu trabajo, cariño? - dice sarcástica acercándose a él. - Aparte, si no los hubieses traído, no habría podido hacer lo que hice hace un momento. - guiña el ojo y lo besa.

- Con que muy cabrona, eh - se susurra cerca de los labios.

- Muchísimo. Así que, no se te ocurra hacerme enfadar, porque lo que acabas de ver no es nada comparado con lo que puedo hacer - susurra. Ambos sonríen y terminan besándose otra vez.

Se pusieron de acuerdo con varias cosas junto a los jefes de los trabajadores y agregaron alguna que otra idea en máquinas y todo lo necesario para la construcción. Estaban yendo a la oficina de Altagracia cuando, una inesperada visita, les amargó la tarde...

















Me Faltabas Tú || NavagraciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora