20.- Un Mes.

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Narrador Omnisciente

- ¡Ah! ¡No pares! - pegó un grito en el mismo momento en el que la película tuvo un momento de silencio. Altagracia se tapó la boca mientras José Luis seguía lamiendola. La gente se giraba a observar pero Altagracia al estar tan abajo recibiendo la lengua de su niñero no le vieron su cabeza.

- ¡Guardia! - llamó alguien. Altagracia se contenía por no gritar, José Luis lo estaba haciendo a propósito, la estaba lamiendo más rápido.

- Mierda - ríe bajando con José Luis que reía también. En pocos segundos entró un guardia con una linterna viendo asiento por asiento.
José Luis observó por cual lado venía, tomó la mano de Altagracia y agachados entre risas se iban moviendo.

- Corre - la tiró de la mano y corrieron bajando hasta salir con el guardia persiguiendolos por detrás.

- Aquí! - Altagracia entró a un baño y él guardia siguió de largo.

- ¿Cómo se te ocurre gritar? - preguntó José Luis riendo.

- Es tú culpa - se abrazaron.

- ¿Mi culpa? - dijo entre besos.

- Tú culpa - susurró antes de volver a besarlo.

- Vamos al auto, aquí puede entrar cualquier persona - abrió la puerta observando si aún estaba el guardia - Ven - tomó su mano y fueron hasta el auto. Aunque claro, Altagracia caminaba con dificultad, habían parado en el mejor momento.

Al llegar ella se subió encima de él. No le importó que estuvieran en el estacionamiento. Aunque claro, ella no era la que corría peligro de ir presa si los descubrían.

- Princesa, aquí no - trató de frenarla.

- ¿Por qué no? - dijo besándolo.

- Porque nos pueden ver, aparte de que te hago gritar y eso es algo que me gustaría escuchar solo yo.

- No se vale - se removió para provocarlo.

- ¿Por qué no? - llevó una mano a su trasero.

- Porque tu ya tuviste tu orgasmo, a mi me dejaste con ganas - se removió enojada - Ándale, nunca me dices que no - lo besó.

- No tengo ningún preservativo aquí preciosa - se estaba controlando.

- Pero sabes que me tengo que tomar mis pastillas todos los días - empezó a sentir el bulto que se formaba en su pantalón.

- ¿Por tú periodo verdad? ¿Te la tomaste hoy? - la tomó del pelo.

- Sabes que si - dijo en sus labios.

- Aún así pueden vernos, acomodate que voy a la casa - la separó.

- Ash - rodó los ojos - Qué aburrido eres - se sentó en el copiloto.

- No es a ti a quien pueden llevar detenido, preciosa. Te recuerdo que tienes diecisiete.

- Me faltan tres meses y ya - rodó los ojos.

- Por eso - la miró sonriendo y prendió el carro. De vez en cuando le tocaba la pierna pero ella se la quitaba, no le iba a aceptar la mano después de que la dejó con ganas.

Al llegar a casa apenas entraron José Luis la agarró del pelo obligándola a girarse para darle esos salvaje besos que le encantaban.

Sin dejarla hablar la llevó hasta el sillón dejándola con las piernas hasta arriba de sus hombros.

- Supongo que debo pagarte por dejarte así - susurró en su oído. Fue bajando por sus senos directo hasta su entrepierna desnuda, probablemente el calzón se había quedado en el cine, y sin más lamió y lamió haciéndola temblar hasta cuando estuvo completamente lista. Volvió a subir con ella, sacó un preservativo de su chaqueta y se lo puso.

- ¿No que no tenías? - le reclamó.

- Sabes que siempre ando con uno, no lo iba a hacer en un estacionamiento para que nos vieran todos - dice obvio.

- Eres un idiota - antes de que le pegara en la espalda José Luis la agarró del cuello sacándole un gemido.

- Dimelo otra vez - apretó su cuello.

- Ah... Eres un... idiota - dijo con dificultad.

- Repitelo - rozó su clítoris con su pene.

- ¡Ah! - tiritó - Idiota - sonríen mirándose a los ojos mientras ella jadea. José Luis rosa sus labios para besarla. Se estaba volviendo loco, sus jadeos, su pequeño cuerpo... Su pequeña entrada lo estaba enloqueciendo.

- Pídemelo - apretó su cuello - Quiero escucharte.

- Fóllame... Por favor, Fóllame - suplicó. José Luis se sintió tan poderoso que entró en ella brutamente dejándola en shock, apenas podía moverse de lo estrecha que estaba y cuando lo hacía ella gemía. Estaba dando duro como nunca antes. La veía desesperada como nunca antes.

- Muerdeme - le suplicó. Le encantaba que le mordiera los labios mientras la besaba. Para él no había mejor sensación que sentirla gimiendo en sus labios. La besó con tanta fuerza que podía hasta sentir como ella perdía el ritmo, sus manos arañaban su espalda y sus piernas tiritaban sin parar. Unas cuantas embestidas más y se iban a venir.

Aceleró más y más resoplando como si de un Toro se tratase hasta que sintió un fuerte tiriton de ella dejando caer todo su líquido que José Luis no dudó en chupar. Ella arqueaba su espalda cada vez que sentía su lengua. José Luis volvió arriba a seguir embistiendola buscando esta vez su orgasmo aunque podía sacarle otro. Bajó su mano hasta su clítoris y lo masajeó rápidamente hasta venirse los dos a la vez.

La llevó hasta la cama y se acostaron para descansar.

* * * * * * * * * * *

- ¿Pido la cena? - preguntó José Luis ya en la sala.

- Si - comió su sandwich.

- Voy - fue a buscar su teléfono y en segundos sonó el teléfono de la casa.

- ¿Bueno? - atendió Altagracia.

- ¡Hija! Hola mi amor, ¿Cómo estás? - su madre sonaba desanimada aunque trataba se sonar normal.

- Bien mamá, ¿Cómo están? - casi se atora con su sandwich.

- ¡No quiero ver a esos hijos de puta otra vez! - se escuchó gritar a su padre.

- ¿Qué pasó? - preguntó Altagracia.

- Nada mi amor. Problemas del trabajo. Estamos bien, solo quería decirte que...

- ¡No lo quiero viviendo con mi hija! ¡Sus padres nos acaban de Joder todo! - gritó otra vez.

- ¿Qué? Mamá, ¿Qué pasó?

- Ya basta, ¿acaso no ves que estoy hablando por teléfono? - su madre lo regañó - Solo quería decirte, mi amor, que volvemos en un mes.

- ¡¿Qué?! ¿Un mes? Faltaban dos meses para que llegaran - se alarmó.

- ¿Pasó algo? ¿Por qué no quieres que nos vayamos?

-... - Altagracia no respondió.

- ¿Altagracia?

-...

- Hija, mi amor, responde... ¿Estás ahí?










































Me Faltabas Tú || NavagraciaOnde histórias criam vida. Descubra agora