59.- La metiche

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Cuando baja, se saca el tanga y lo guarda en el pantalón mientras Altagracia se bañaba rápidamente. Tenía mucha hambre.

Magdalena se encontraba limpiando el mueble hasta que se giró y se asustó al ver a Luis.

— ¡Virgencita! — se lleva la mano al pecho — Ay, hombre. Avise ¿no? — mira a otro lado.

— Lo siento. Venía a buscar algo de comer. Altagracia tiene hambre...

— ¿No van a bajar? — pregunta ella.

— No, cenaremos arriba.

— Mm — dice mientras va a la cocina — Está bien.

Avanzaron hasta la cocina y mientras él buscaba un poco de pan para tostar, ella calentaba un poco de sopa.

— ¿Y usted es...? — trata de sonar un poco amable.

— ¿Perdón? — la mira.

— De dónde es, dónde trabaja... — pregunta — Si es que no le molesta que pregunte.

— Ah, eso. — sonríe. — No, no me molesta. Soy Mexicano pero llegué de Suiza hace poco. Y, soy empresario.

— Ah... — hace una linea con sus labios — Y...¿hace cuánto se conocen?

— Emm, bueno, hace muchos años.

— ¿De cuántos estaríamos hablando? — dice y él la mira.

— Diez años mas o menos.

— Oh... Y, oiga — dice un poco más animada y chismosa — ¿ustedes son pareja? — lo hace reír.

—  Es algo complicado.

— Ah... pero al menos son lo más parecido a eso, ¿no?

— Sí, algo así.

— Ah bueno, me alegro mucho entonces — sonríe. — Disculpe si le hago muchas preguntas. Quizá no deba pero... La doña es como una hija para mi, y no me gustaría que otro hombre la hiciera sufrir.

— Lo sé, y te entiendo. No te preocupes — le sonríe. 

— Vea, vaya arriba con ella y yo les llevo esto. — saca la sopa.

— Tranquila, Magdalena, no te preocupes.

— No, no, no, usted vaya con ella — lo aparta de la tostadora — yo les llevo la comida. Vamos, vaya, yo se lo llevo.

— Está bien — ríe y empieza a salir de la cocina — Ah, Magdalena, ¿podrías hacerme un café sin azúcar, por favor?

— Por supuesto que sí — le sonríe.

— Gracias — sube las escaleras.

A penas entra en la habitación, observa a Altagracia que se encontraba en el tocador aplicando crema en sus piernas. Había salido ya del baño y le urgía comer algo.

José Luis entra con mucho silencio y deja la puerta entreabierta

— ¿Y la comida? — le pregunta con el ceño fruncido.

— Decidí que quiero que vayas tú. — dice acercándose.

— José Luis... — lo mira — ¿Te fuiste diez minutos y ahora vuelves sin nada diciendo que quieres que lo haga yo?

— Sí — dice nervioso por el tono de voz y la cara que puso Altagracia.

Lo mira mientras asiente.

— ¡Eres un idiota! — le tira un zapato — Tengo mucha hambre — se queja-

— ¡Ay! — se toca la cabeza. — Que agresiva, mujer — ríe.

Me Faltabas Tú || NavagraciaWhere stories live. Discover now