Capítulo 2

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Empezé a caminar al lado de Tristán. Me impresionaba la confianza que tenía en si mismo, caminaba firme, con lo cabeza bien alta.

Estábamos en pleno verano, para ser más exactos el 28 de julio, así que llevaba puesto unos shorts vaqueros y una sencilla blusa azul turquesa. En cambio Tristán llevaba también unos shorts vaqueros, pero de parte de arriba llevaba una camiseta de algún equipo de fútbol que yo desconocía.

Le miré fijamente durante un rato, estaba viendo como una gota de sudor recorría las facciones bien definidas de su perfecta cara. Me encantaba su pelo castaño y ondulado, me encantaba sus ojos color café, tenía una mirada penetrante y profunda. Y esa sonrisa... Era la mejor sonrisa que había visto nunca. Pero, lo que más me gustaba de él, no era su impresionante físico, sino la forma en la que me había cuidado desde el primer día que nos conocimos.

Fue cuando tenía unos ocho años y se me cayó la piruleta que tanto deseaba. Entonces le conocí a él, a Tristán Martínez.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

-Se me ha caído mi piruleta.

-No te preocupes, si quieres te acompaño y compramos dos. Una para tí y otra mí.- Mientras hablaba me miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿De veras harías eso por mí?- dije mientras absorbía los mocos.

-Por supuesto que sí. Si quieres, podemos ser amigos.

Desde ese día hemos sido como hermanos. Me alegro de tenerle en estos momentos, aunque me gustaría que mi familia siguiese en algún lugar de este mundo.

Siempre me había protegido de la gente que se metía conmigo, o me alegraba el día cuando estaba triste. Me encantaba cuando estaba enfadada y me terminaba sacando una sonrisilla. O cuándo estaba aprendiendo a montar en bici. Siempre me caía y él siempre me animaba una y otra vez a intentarlo de nuevo. Al cabo de un par de semanas parecía una profesional y todo.

Uno de los mejores momentos que tengo con Tristán es cuando quedábamos para estudiar todos los miércoles por la tarde en una mesa de madera que había en el parque cerca de nuestras casas. Yo siempre le ayudaba en lengua y literatura ya que me apasionaba y se me daba bastante bien. Él en cambio me ayudaba con la historia. Siempre le decía que no tenía sentido estudiar algo del pasado si puedes aprender cosas del presente. Él me dijo que necesitamos leer el pasado para no cometer los mismos fallos en el futuro. Esa frase me hizo comprender que hay que intentar no volver a cometer errores que ya han pasado.

Tristán, nunca podré recompensarte por lo que has hecho todos estos años. Ojalá un día podamos vivir como anteriormente, felices y rodeados de personas que nos amaban.

Yo seguía recordando los buenos momentos con él cuando su áspera voz me sacó de nuevo a la realidad, en el camino que llevábamos recorriendo hacía más de dos horas.

-Laura, creo que he encontrado algo.

Miré a mi derecha rápidamente y vi una pequeña pero acogedora casa en medio del campo.

-Vamos a entrar- dije con una determinación que ni yo sabía que tenía.

Mientras nos acercábamos me di cuenta que el campo era el sitio que menos daño había sufrido. La casa solo estaba un poco quemada por un lateral, pero por lo demás estaba muy bien. Era de dos pisos, un tejado de ladrillos rojos y un pequeño huerto en el lateral que no estaba quemado.

No nos fue difícil entrar ya que en la puerta estaba la llave puesta. Tras pasar la puerta nos encontramos con un pequeño vestíbulo.

Me miró y dijo: "Vamos investigar".

Asentí y empezé a andar sigilosamente detrás de él.

Primero entramos en la cocina ya que era la sala que teníamos más cerca. Era sencilla, con una mesa para dos pegada a la ventana que daba al huerto. Allí, también había una minúscula despensa con varios alimentos, principalmente verduras.

Conforme íbamos viendo la casa me gustaba más y más. Lo único en lo que podía pensar era en que ojalá hubiera podido disfrutar de ella mucho antes.

En la primera planta también había un espacioso salón y un cuarto de baño corriente.

En la segunda planta había otro baño y dos habitaciones. En la primera que entramos había una cama de matrimonio y un gran armario de roble. En la segunda lo que había era otra cama, solo que esta vez individual y un armario muy similar al de la otra habitación.

Nos instalamos tranquilamente. Al terminar, me di una ducha, bajé y me senté en el viejo sillón del salón al lado de Tristán.

-Echo mucho de menos a mi familia- dije mientras le miraba fijamente.

-Yo también Laura, pero no podemos cambiar el pasado. Ahora, nos toca aprender a vivir. Solos tú y yo.

-¿Por qué eres así?

-¿A qué te refieres?

-Estoy cansada de ver cómo te da igual que casi todo el mundo haya muerto. Estoy harta de que pongas esa sonrisa. Estoy...- no terminé la frase, me levanté y comencé a subir los escalones de dos en dos para ir a la habitación mientras una mar de lágrimas salía de mis ojos.

-¡Espera Laura!

No contesté a Tristán, quería dormir y pensar que todo era una pesadilla, que a la mañana siguiente todo volvería a ser normal.

Al día siguiente me desperté, me puse un vestido de flores y unas sandalias que llevaba en la mochila con un par de cosas más. Me dirigí al baño, me eché agua en la cara, me miré al espejo y me dije a mi misma:

"Tienes que ser fuerte Laura. Las cosas han cambiado, pero tienes que seguir con la cabeza bien alta y no perder los estribos con Tristán. Él seguro que también lo está pasando mal aunque lo exprese de otra manera. Tienes que ser fuerte Laura."

Esta última frase me la estuve repitiendo en la cabeza una y otra vez mientras bajaba las escaleras agarrada de la barandilla por miedo a que mis pies fallaran y cayera redonda al suelo.

Cuando entré a la cocina me quedé petrificada. Allí estaba Tristán tomándose un café sentado en la mesa. Pero lo que me impactó no fue que Tristán estuviese desayunando sentado en una silla, lo que me dejó sin aliento fue ver... ¡Qué había otra persona en la casa!

De repente sentí que hacía mucho calor. Me costaba respirar. No esperaba ver a otro ser humano aparte de Tristán después de lo ocurrido. Pero allí estaba, un chico de más o menos nuestra edad con una gran y voluminosa mochila que colgaba en sus hombros y... ¡Una pistola enganchada al cinturón del pantalón!

¡Hola!

Espero qué os esté enganchando la historia y tengáis intriga por saber quién es el misterioso chico que lleva una pistola con él.

Si os está gustando no olvidéis votar y mandarle la historia a vuestros amigos para que también puedan disfrutarla.

Hasta pronto...

El finalWhere stories live. Discover now