Capitulo 29.

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Te amo Edward Cullen.
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Edward estaba desesperado, no la encontraba por ningún lado, Anastasia estaba llorando desesperada por no encontrar a su hermana, se culpaba por haberla dejado sola, se reprendía que nunca debió haberlo hecho que debió haber estado con ella en todo momento.

Todos estaban alterados, debían encontrarla lo más rápido posible y llevársela a su época, debían encontrarla antes de que Jhonson la lastime.

Edward de un momento a otro percibió el dulce aroma de su compañera, pero mucho más dulce, más intenso, mucho más tentador. Sintió un miedo demasiado intenso que no aviso a ninguno de los demás y se fue con su velocidad sobrehumana hacia donde estaba su compañera sin importarle que algún humano lo haya visto. Siguió corriendo hasta que se detuvo enfrente de unos rosales dónde habían barandillas con rosales enredados en ellas, siguió caminando hasta que vio una puerta de madera algo vieja, la sangre de su amada era más intensa en ese lugar, se sentía como si ella se estuviera desangrando.

De un empujón tiró la puerta y lo que vio ahí adentro hizo que su muerto corazón se rompiera en Miles de pedazos.

¿Acaso era posible que quisiera llorar en ese momento?

¿Acaso podía volver a sentir el verdadero miedo?

Su mundo se cayó cuando la vió, en el suelo con sangre esparcida a todo su alrededor, con una daga de plata en dónde estaba su corazón, la daga lo rozaba, por fortuna no había tocado el corazón. La posición en la que estaba era idéntica en como estaba en el cuadro de los Mcfly.

—No, no, por favor no— susurró con la voz rota.

Ella no podía morir, ella no podía alejarse de su lado, ella no podía hacer eso, ella debía vivir y estar a su lado.

Había llegado demasiado tarde.

De inmediato se acercó a ella, se sentó en el suelo mientras ponía su cabeza entre sus piernas, la azabache empezó a toser de dolor haciendo que más sangre saliera por su boca, con sus ojos débiles miró al cobrizo el cual la miraba arrepentido, culpable y sobretodo dolor. No había podido llegar a tiempo, no había podido salvarla.

—Edward— susurró con voz débil— Estás aquí, o estoy muerta.

El cobrizo soltó un sollozo ante lo dicho por su amada.

—No estás muerta amor, y no lo estarás, yo te salvaré. He venido por tí para irnos a mi época— susurró con lágrimas en los ojos que nunca caerían.

—No puedes hacerlo.

—He llegado demasiado tarde, lo siento tanto amor mío— susurró con dolor.

—Esta bien, no es tu culpa.

Un grito desgarrador se escuchó en la entrada donde antes estaba la puerta de madera, Anastasia Rosewood corrió hacia donde estaba su hermana y cayó de rodillas mientras lloraba descontroladamente. Quería que todo fuera un mal sueño, una pesadilla, que lo que estaba viendo con sus propios ojos no fuera real, que su mente este jugando con ella, solo quería despertar de esa pesadilla.

Tiempo. [Edward Cullen] ✓Where stories live. Discover now