Capitulo 30.

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Tiempo.
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No podía describir como se sentía.

¿Perdido?

¿Dolido?

¿Destrozado?

¿Sin vida?

Una vida sin ella era demasiado difícil, incontables de veces pensó en suicidarse pero se detenía porque tenía la esperanza de encontrarla en otra vida, pero ahora todas sus esperanzas se estaban esfumando.

83 años.

Ochenta y tres años habían pasado desde la última vez que la vió, la última vez que pudo tocarla y tenerla a su lado, ochenta y tres años desde la última vez que se sintió feliz completo.

Tantas cosas habían pasado en esos años, Anastasia se había quedado con Jacob, se casaron y viajaron por todo el mundo en su Luna de miel, la castaña había regresado embarazada, el bebé era un niño al que le pusieron Félix Black Rosewood, ellos eran felices pero aún así, la castaña necesitaba a su hermana, todos los días la recordaba. Después de unos cuantos años Anastasia fue convertida en vampiro Y ahora vivían en una casa que Jacob había construido en la Push.

Lorraine y Ernest habían vuelto a Inglaterra después de cinco años, aún se sentían desolados pero aún así la recordaban todos los días, habían guardado todos los cuadros de Evangeline a excepción de uno que estaba colgado en la sala principal, era el cuadro que Edward había visto el primer día que conoció a los Mcfly.

Su familia habían viajado a diferentes lugares ya que los habitantes de Forks empezaban a notar que no envejecían, así que decidieron pasar una temporada en Japón, pero después se mudaron a Alaska. Y ahora habían regresado hace dos días a Forks una vez más.

Los Cullen se preocupaban cada día más por Edward, el cobrizo no había vuelto a tocar el piano desde ese día, le dolía saber que nunca pudo mostrarle la melodía que había compuesto para ella, se la pasaba encerrado en su habitación, no salía a menos que fuera algo importante, se la pasaba la mayor parte del día parado en su ventana observando como el sol salía y se ocultaba para que la luna llegué, prácticamente siempre hacia lo mismo.

La imagen de ella siempre estaba en su mente, a todas las horas del día, ella nunca se iba de sus pensamientos, siempre estaba ahí.

Le dolía decir su nombre, desde aquel día nadie había vuelto a mencionar su nombre y cuando lo mencionaban, Edward salía rápidamente para no escucharlos sintiendo un gran vacío en su pecho, la extrañaba.

Perdía sus esperanzas de verla una vez más en otra vida, la quería de vuelta, quería estar con ella de nuevo.

Pero ella no estaba, ella ya no existía, ella había muerto hace demasiados años, ella se había alejado de él.

Tiempo. [Edward Cullen] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora