Capítulo 34. Línea de salida

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Nota 1. Si los guiones de diálogo salen cortos, perdonad, a veces Wattpad los cambia. Avisadme e intentaré ponerlos bien a mano.

Nota 2. Amo vuestros comentarios. Amo que sigáis leyendo mi tostón. No sé ser breve. No me odiéis.

Nota 3. Me hago autospam xD Si queréis leer otro pequeño kagehina, intento de canon post time skip, subí un "two shots" (por ahora) a mi perfil. Se llama "Te estaba mirando" 🧡

A Hinata nunca le dio grima la sangre

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A Hinata nunca le dio grima la sangre.

Si todo salía mal, si se quedaba en esa silla para siempre, tal vez podría estudiar algo relacionado con la salud. Medicina parecía difícil, no le gustaba pasar tantas horas entre libros, pero tal vez enfermería fuese más asequible. Podía verse a sí mismo con una de esas batas verdes, sonriendo a los chicos heridos y abriendo las ventanas de sus habitaciones para que saliese la tristeza y entrase el olor a verano.

Fisioterapia sería otra opción. Especializarse en algo vinculado al deporte y convertir lesiones en oportunidades sólo con sus manos. Incluso podría ser el fisioterapeuta de Kageyama. Sería de los mejores del mundo, y él estaría allí para resolver sus contracturas y destensar sus nudos, suavizando sus partes rasposas, limándolo.

Sólo que ese nunca fue su sueño.
Y no había nacido para conformarse.

Observó los dedos hábiles de la doctora mover la aguja y extender el hilo, cerrando las heridas. Había usado sus mejores artes para poder estar allí, donde no pueden entrar ni los familiares. Sólo esperaba que los padres de Kageyama tardase lo suficiente como para huir, porque no estaba preparado para enfrentarles. Quizás le guardasen rencor por dejar a su hijo hecho trizas, por abandonarle en el mundo y dormir mientras todo se derrumbaba.

Kageyama apretó los párpados y los labios. Incluso con aquel gesto de miedo, estaba guapo. Hinata decidió en ese momento que votaría a cualquier partido que incluyese en su programa ilegalizar tanta perfección.

—Bakayama —susurró, con la doctora todavía cosiendo—. Estás como súper feo.

—Idiota —dijo, abriendo un poco un ojo y volviendo a cerrarlo al momento.

Yoko había desaparecido. Hinata prohibió que nadie de la prensa subiese a su habitación y las enfermeras se llevaron a Kageyama para atender sus heridas. No tenía ni idea de dónde podría estar esa tía, ni qué estaría haciendo pero, sinceramente, no podía importarle menos.

Cuando Kageyama estuviese más tranquilo le llevaría de vuelta a su habitación y le contaría todo. El asunto de los vídeos, lo que pasó en diciembre, todo. Sólo esperaba que Kásper no publicase nada mientras tanto.

Esperaba también que Kageyama pudiese perdonarle.

Cómo he sido tan idiota.

Cómo me dejé manipular de esa forma.

La mejor nevada del mundo |KageHina|Where stories live. Discover now