Capítulo 3. El momento

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Capítulo 3.

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Kageyama caminó hacia los vestuarios con la mirada puesta en el diez trasero de aquella camiseta negra y naranja. Las luces que les habían deslumbrado al principio del partido ahora parecían iluminar el cabello de Hinata haciéndolo brillar, y mientras le oía hablar y reír con Tanaka, utilizando un millón de onomatopeyas, sintió ganas de dar marcha atrás y correr hacia la pista. Ganas de seguir jugando, de seguir mejorando, de no detenerse jamás. Porque si paraba, él le alcanzaría. No sabía sacar, y era malísimo recibiendo, pero a veces... A veces, cuando estaban en la pista...

—¿Quieres tomar una cerveza, Tobio-kun? —había preguntado Atsumu tras el segundo día del campamento juvenil. Kageyama entonces estaba estirando, y tenía pensado dar una última carrera nocturna antes de dormir, pero aceptó. No tenía demasiadas propuestas de ocio habitualmente, y lo más parecido a amigos que había hecho en su vida eran los compañeros del Karasuno. Sin embargo, dedicaban todo el tiempo libre al volley, y no hacían otra cosa. Era curioso saber que se podía salir de casa para tomar una cerveza, y solo por eso aceptó. Recordaba perfectamente el bar de mala muerte al que Atsumu le llevó: un sitio pequeño, lleno de pósters y de adolescentes ruidosos chocando sus bebidas con estruendo. Habría sido un buen sitio para Hinata, tal vez. Atsumu parecía conocer a todo el mundo y les llevó unos diez minutos conseguir llegar a la mesa—. La mejor cerveza de Tokio, así que bébela despacio o tendré que llevarte en brazos al hotel.

Kageyama gruñó, llevándose a la bebida a los labios. Estaba buena. Además, contra todo pronógstico, Atsumu resultó ser interesante. Tenía conversación, le gustaban muchos deportes y era un fanático de la historia samurai. Jugaba a los videojuegos más de moda, y sobre todo, estaba al día de todo lo relacionado con el volley.

—¿Y cuál es tu jugador preferido de la Selección? —preguntó, pidiendo otra ronda. Kegayama pensó durante un par de segundos, no necesitaba mucho más tiempo.

—Hachiro-san —dijo al final, convencido. Atsumu sonrió sobre su bebida.

—¿No prefieres a Tetsuya-san? —preguntó, levantando una ceja. Kageyama miró dentro del contenido de su vaso, pero conocía la respuesta.

—Tetsuya-san es muy bueno. Puede superar un bloqueo triple con facilidad, tiene saques potentes y recibe bien. Pero Hachiro-san es mejor.

—¿Porque es el colocador? —preguntó Atsumu, riendo—. No eres objetivo.

—Sí lo soy. Tetsuya-san ha jugado en varios equipos, y se ha adaptado a todos los rematadores.

—Una habilidad que pocos colocadores tienen —asintió Atsumu, dando un trago a su bebida. Kageyama se sintió de pronto otra vez en la pista, en aquel partido del interhight de invierno que perdieron contra el Aoba Joshai.

—Mi senpai de la escuela media la tenía —Atsumu volvió a sonreír, con ese gesto ciertamente desconcertante con el que parecía estar perdonándole a uno la vida— ¿De qué te ríes?

—No, de nada. Es solo que hablas de la habilidad de otros como si tú no fueses bueno, ¿no te parece? No invitan a ningún paquete a este campamento. Aquí estamos los mejores.

La mejor nevada del mundo |KageHina|Where stories live. Discover now