[8] Guerra quieres, guerra tendrás

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—¡Se lo creyeron! —rió fuertemente Amanda. —Hay más habitaciones disponibles, no tengo que quedarme aquí. —abanicó su mano.

—Madre. —Liam seguia en shock. —¿Qué tienes en las manos?

—Oh, ¿esto? Los encontré aquí. —dejó los condones en la mesita al lado de la cama.

—Esos no estaban ahí, estaban guardados. ¿Has estado husmeando entre mis cosas?

—¡Nunca! —negó rotundamente. —Desde que cumpliste los 15, he dejado de husmear en tus cosas.

—Entonces, ¿cómo llegó eso a tus manos? —preguntó Elizabeth irritada.

—Ya te dije que lo encontré. —se encogió de hombros.

—Intentas decir que, de mi maleta metida en el armario ¿llegó a tus manos sin siquiera saber cómo? ¿Crees que creeré que no fuiste tú?

De pronto, un ruidito se escuchó en el armario. La pareja observó asombrados salir a Drew de aquel armario.

—Mira Mandy, encontré... —su voz se fue apagando a medida que observaba la mirada de asombro de los menores.

—¡Papá! —exclamó aludida su hija. —¿Qué rayos haces en nuestra habitación?

—Usted... ¿revisó nuestras cosas? —Liam seguía en shock, aunque algo molesto por la intromisión.

—¡No fue mi idea! —intentó defenderse del seguro ataque de su hija y su esposa (cuando se entere) por estar allí. —Ella me obligó. —tiró el álbum de fotos que tenía en la mano hacia Amanda.

—¡Mamá! —exclamó Liam mirando seriamente a su madre.

—Papá. Afuera. Ahora. —Elizabeth llamó a Andrew.

Él sabía que su hija es reservada y por sobre todo, odia que toquen sus cosas pues siempre las deja en un orden específico. Y si a eso le sumamos el carácter devastador que tiene cuando está enfadada... bueno, digamos que el Sr. Baudelaire solo atinó a obedecer y salir de la habitación seguido por su hija.

Amanda, al ver que se pasó en la bromita, también intentó huir, pero la voz de su hijo la detuvo:

—Ah, no. Tu no te vas, también debo hablar contigo. —cerró la puerta antes de que escape.

...

Elizabeth guió a su padre hasta el primer piso, en el despacho del mayor.

—No debiste entrar. —protestó.

—Es mi casa. —hizo un puchero.

—De acuerdo. Entonces, no debiste buscar entre las cosas de Liam.

—Pero...

—Déjame terminar. —levantó una mano. —Sé que solo fueron sus cosas porque ese álbum es mío, y yo lo metí en su maleta.

Drew bajó la cabeza ante los regaños, pues sabe que hizo mal. Aún así, Elizabeth odia discutir con él, es más, casi nunca lo hacen.

—Papá, entiende que fue de mal gusto el que lo hicieras. ¿Por qué lo hiciste? Y no digas que Amanda te obligó porque incluso si alguien te apuntara con un arma, si tu no quieres hacer algo, no lo haces.

—Es que... —jugueteo con sus dedos  nervios. —Yo quería ver que oculta Liam.

—¿Disculpa?

—Es que... es tan perfecto. —exclamó levantando las manos, dando a entender su punto. —Lo tiene todo hija. Una carrera perfecta, familia perfecta, una novia perfecta. —alabó a su hija. —No hay nada malo con el hombre. ¡Incluso ahora! Entré sin permiso y re busque entre sus cosas y aún así, ¡no hizo nada! Es muy perfecto para ser verdad.

La suegra del añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora