[55] Chamán

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Siendo la hora avanzada, pues es plena madrugada, Liam saltó de la cama, directo hasta la taza más cercana.

La del baño.

Con Lizzy siguiéndolo de cerca.

—Oh, mi amor. —se puso de cuclillas y frotó su espalda suavemente mientras vomita. —Te dije que no era buena idea esa quinta porción de fideos.

Se paró a mojar una toalla que uso para secar el sudor de su chico.

—No tienes fiebre. —aseguró tocando su frente.

—Aléjate, apesta aquí. —hizo una mueca.

Lizzy rió.

—Tranquilo, no es nada. —le sonrió.

Lo ayudó a pararse y mientras él se cepillo los dientes, ella bajo la cadena y ordenó el resto.

—Ven. —lo tomó de la mano y lo acompañó hasta la cama dónde lo arropó. —¿Te sientes mejor? ¿Quieres un poco de manzanilla?

Liam asintió.

—Quiero... —abrió mucho los ojos y se tapó la boca.

Corrió hasta el baño y volvió a vomitar.

En esta oportunidad Lizzy no pudo evitarlo y se tomó una selfie con Liam vomitando. Se puso en cuclillas y acomodó el celular con una mano y colocó un like con la otra, además, una gran sonrisa adornó su rostro mientras que de fondo apareció Liam con cara de enfermo.

Obviamente lo colgó en Internet.

#DebisteHacerCaso.

#TeLoDije.

#NocheDifícil.

#AQuienMadrugaDiosLoAyuda.

Y así se pasó toda la madrugada.

Para cuando volvió la luz del día, y la hora se hizo prudente, al ver que Liam no dejaba de vomitar y se volvió blanco de lo pálido que está, Elizabeth llamó a Diego.

¿Aló?

—¿Aló? ¿Diego?

El señor Geller rió.

No, soy Amanda con voz de hombre. —ironizó.

—Te dije que estoy bien, no lo llames. —renegó Liam desde su cama.

—Shh, no estás en condiciones de hablar. —resopló. —Necesito que vengas, es urgente. —le habló al celular.

—¡Que no es urgente! —gritó para que su papá lo escuche.

Diego despabilo.

¿Sucedió algo?

—Liam no ha parado de vomitar desde las 3 de la mañana.

Diego frunció el ceño.

A parte de eso, ¿qué otros síntomas presenta?

Elizabeth fijó su vista en él.

—Está irritado, pálido, no retiene nada, le di manzanilla y lo vomitó. —Liam frunció el ceño. —Sí, irritado.

Diego sonrió.

¿Está lúcido? ¿Estable? ¿Puede caminar?

—Sí a todo.

Pues vengan al hospital. —sonrió. —Cariño, lo que dices no cuenta como emergencia. Yo estoy de guardia, pueden venir y los haré pasar por emergencia para atenderlos. —se ofreció.

La suegra del añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora