Una nueva misión

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Me quede mirando el piso de la habitación por un largo tiempo. Estaba amarrada a la silla, que novedad. Con cuidado de no lastimar mis muñecas con la cuerda busque en mi pulsera el pequeño laser. Bingo Laser. Tenía solo dos opciones, cortar con el láser la cuerda de manera correcta, o apuntar el láser mortal a una de mis manos y perderla. Para mi suerte había estado en esa situación más de veces de las que me gustaría admitir. Habían pasado ya dos años desde que me convertí en agente y parecía que a los maleantes les encantaba eso de amarrarme. El láser salió disparando en el lugar correcto. La cuerda se desató y por fin pude librarme. Me quedé sentada unos minutos más. Las cosas solo funcionarían en el momento en el que la puerta se abriera.

La puerta se abrió. El mismo tipo gordo que me había amarrado entró.

−¿Cómo estas dulzura?

−Hambrienta y con sueño

−Lastima… no creo que puedas comer algo, o dormir

−¿No?

−No –dijo burlón

−Hoy comeré y dormiré feliz –dije− Sabiendo que tú no podrás

Levante mi pierna y con fuerza lo empuje pegando es su pecho haciendo que el pobre cayera hacia atrás. Me lance encima de él de inmediato.

−Eres un zorra maldita

−Cuida tus palabras amigo –le advertí

Con la cuerda que aún quedaba logre atar sus muñecas sobre su cabeza.

−No quiero jugar a la ama y al sumiso contigo nena

−No tendrás tanta suerte hoy –le dije mientras me levantaba y remataba contra su cuerpo con mi pie− Los tipos como tú me aburren, no saben hacer otra cosa que amarrar lindas chicas en sillas, ¿Vas a decirme esta vez donde tienes el documento?

−Jamás

Tomé el arma que me había quitado y había dejado en la mesa a mi lado y apunte hacia él. Si años o incluso meses atrás alguien me hubiese dicho que iba a estar apuntando hacia un hombre sin ningún temor de matarlo, le hubiera respondido con una carcajada de muchas horas. Pero ahí estaba yo. Con el tipo que había robado los numero de cuentas de los empresarios de la isla más importantes para hacer negocios sucios.  

−¿Ahora?

−No me matarías

−No, en realidad no es mi estilo, pero si tengo que hacerlo

−Eres una nenita

Apunté el arma hacia su pierna y disparé.

−¡Hija de…!

−¿Me lo dirás?

−Ya no lo tortures Grace

−Ya era hora de que llegarás ¿Dónde se supone estabas Mike?

−Verás, tengo una vida, una novia

−Emma no es tú novia

−Pero lo será

Mike entró a la habitación y mientras yo aún sostenía el arma contra el tipo buscó los papeles encontrándolos de inmediato.

−Estoy tan cansado de ser agente rango tres, tenemos que tratar con los más idiotas

Otros agentes entraron de inmediato, tomaron al tipo y se lo llevaron a prisión. Mike me entregó los papeles.

−Otro más para Grace Hale

−Bien… ¿Ya no estas ebrio?

−No eso fue ayer

−Tu cumpleaños número 18 no pudo ser mejor ¿No?

−Tú lo has dicho, por cierto Steve quiere verte

−No puedo, tengo que ir con mi hermano, él y Tess están preparando todo para su boda

−¿No son algo jóvenes?

−Se aman supongo

−Yo jamás me casaré

−¿Y qué hay de Emma?

−Emma no quiere casarse

−Toda chica quiere hacerlo

−¿Tú?

−Adiós Mike

Mi vida había dado un giro completo después de esos dos meses de entrenamiento. Para iniciar ya no vivía con mis padres. Había comprado una casa algo cerca solo porque mi madre me rogo porque no me fuese tan lejos. Cedric y Tess tenían algo formal, más que formal, Cedric era todo un médico, estudiando un doctorado y ella estaba en la universidad. Yo claramente no estudiaba. Mi trabajo no me lo permitía en lo absoluto. Adam y yo éramos buenos amigos, él termino su carrera antes y trabajaba como psicólogo dando consultas privadas. De vez en cuando y pasando en alto su ética profesional me ayudaba mucho cuando me entraban esas crisis de pánico. Dispararles a personas no era lo mío en definitiva, pero lo hacía de todas formas.

Ante la insistencia de Steve fui a su oficina ese día, apurada por las llamadas insistentes de Tess. Ella, como Cedric pensaba que mi trabajo consistía en dar entrenamientos a niños problema en una institución privada. Los únicos que tenía idea de lo que hacía eran mis padres y Adam, ellos claro no estaban de acuerdo, pero al ver que era lo único que me había mantenido vida todo el tiempo no decían nada. Irónico ya que normalmente mi vida peligraba en el noventa por ciento de los casos.

Steve me esperaba impaciente.

−Grace toma asiento por favor

−¿Qué pasa Steve?

−Pasa que es evidente que las misiones de tercer rango ya te quedan cortas

−Bueno… algo hay de eso

−Me sorprende tu rápido avance

−Gracias gracias, aún recuerdo como te reíste de mi cuando te pedí un lugar  

−Jamás imagine que ibas a ser una de las mejores

−Bueno, he tenido suerte y sasos sencillos

−Bien, mañana te darán tu placa de segundo rango y tu primer misión, junto con Mike claro

−¿Emma y David?

−Aún estoy en duda con el chico pero Emma está incluida en el segundo rango

−Bueno, no juzgues tanto a David

−Si bueno, lo he notado raro, como sea hay otra buena razón por la que te mande llamar

−Dímelo ya que soy la dama de honor en la boda de mi hermano y mi mejor amiga

−Se trata de la misión que vas a tener

−¿Qué es?

−Creemos que el chico que vas a investigar, el cuál por cierto tiene aparentemente un negocio de drogas, bueno, al parecer quien se las vende nos es nada más que Daniel y Max Smith

Mi corazón dio un salto al vacío.  

−Dijiste que jamás me pondrías en una misión con ellos

−Lo sé, pero… creo que no hay nadie más que pueda hacerlo que tú y Mike

Había llegado, el momento que tanto había estado esperando. 

La persona correcta 3 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora