Muriendo

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Estaba muriendo y lo sabía, no solo se trataba del hecho de que sentía que en cualquier momento iba a vomitar mis propios intestinos, o porque sentía que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento. También estaba el hecho de que de pronto empecé a recordar toda mi patética y dramática vida. Tan mal estaba que comenzaba a arrepentirme de jamás haber perdonado a Carol y ahora ni siquiera iba a poder decirle que la perdonaba y que necesitaba que ella también me perdonase a mí. Estaba enojada, no por el hecho de morir, eso hasta cierto punto comenzaba a agradarme. Estaba enojada por todas aquellas cosas que iba a dejar sin concluir. Estaba enojada por que no vería a mis hijos crecer, estaba enojada por que no podía luchar por última vez.

Max entraba y salía de mi habitación en todo momento, se burlaba luego se iba, en ocasiones traía consigo a Diego y la rabia se apoderaba de mí. No quería que él lo tocase, no quería que pusiera ni una sola de sus patéticas manos encima de mi hijo. ¿Pero que podía hacer?. Estaba muriendo y lo sabía.

Tania entró a mi habitación con un poco de comida.

−Grace –dijo cerrando la puerta detrás de ella− ¿Cómo estás?

−De maravilla –dije sarcásticamente con voz ronca

−Falta poco –dijo ella

−¿Para que muera?

Asintió.

−Tu novio tiene que venir pronto, Max ni siquiera nos ha dicho a nosotros donde tiene el antídoto

−Ni siquiera creo que tenga uno

−Lo debe tener él… −Tania comenzó a quejarse de un dolor, sujetó su abultado vientre con sus manos y se recargo en la pared

−¿Qué pasa?

−Toda la mañana he tenido dolor

−Tania ¿Cuántos meses tienes de embarazo?

−Mañana se cumplen los ocho meses

−Tania yo creo que… estas a punto de dar a luz

Ella me miró asustada.

−Eso no puede ser dijo

Volvió a quejarse esta vez soltando un grito de dolor que inundo la habitación. Con las fuerzas que no sé de donde saque en ese momento logré levantarme para acercarme y ayudarla. La recosté en mi cama mientras ella seguía gritando.

Golpeé la puerta gritando por ayuda pero de inmediato Tania paro mi tren.

−Es inútil –dice− Max salió con Nancy, se llevaron a Diego

−¿A dónde? ¡¿A dónde se llevaron a mi hijo?!

−Solo a ahhh –volvió a quejarse− Fueron a dar la vuelta, Gem los llevó

Gem erá el chofer de Max.

−Así que no hay nadie

−Se supone

−¡Podemos irnos!
−Estar muriendo te ha dejado si neuronas ¿Cierto?, Max jamás confiaría en mí, nos ha dejado encerradas Grace, no hay forma de salir hasta que vuelvan

Ella volvió a soltar un grito de dolor. No había duda, estaba en trabajo de parto y yo estaba muriendo. Irónico. Muy irónico.

−Tranquila, respira

−Grace… prométeme una cosa

−¿Yo?

−Sí, tú… si logras salir de aquí, llévate a mi hija contigo, por favor ¿Podrías hacer eso?

La persona correcta 3 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora