CAPÍTULO 40

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Joseph

Me encontraba plácidamente durmiendo en la cama a lado de la mujer que amo, cuando de pronto, escuche entre sueños los gritos de Bianca, lo que provocó que de inmediato abriera mis ojos, la busque con la mirada, pero no la encontré por ningún rincón de la habitación. Justo en ese momento se volvió a escuchar un grito más fuerte en la parte de debajo de la casa, así que rápidamente me levante de la cama, y antes de salir de la habitación, corrobore que Salomé se encontrara dormida en su moises, al estar seguro de que si lo estuviera me dispongo a ir hacia la planta de abajo, y al llegar a mitad de la escalera, inclino mi cuerpo para poder ver que estaba pasando, y me doy cuenta de que un tipo tiene a Bianca acorralada entre la pared y su cuerpo.

La sangre comenzó a hervir en mi cuerpo y me dispongo a continuar mi camino hasta la plata de abajo, pero antes de que pudiera llegar, la voz de Iker se hace presente en mis oídos y detengo mi paso un segundo, en el momento en el que uno de los hombres se acercaba a Iker, termine de bajar las escaleras y entre a aquella escena, en la que Iker se encuentra detrás de mí, mientras que dos hombres me apuntan con sus armas, y otro tiene a Bianca sostenida de las muñecas y el último hombre le apunta a ella con el arma.

A pesar de la situación que se está suscitando en este momento, no tengo ningún miedo, pues hace algunos años he pasado por una situación similar a esta, solo que en esa ocasión no había niños presentes.

Lo único que me importa en este momento es que Bianca e Iker estén bien, de hecho, que esta situación no vaya a perjudicar a ningún miembro de esta casa. El único sentimiento que tengo en este instante es enojo, frustración y mucha rabia, ya que no puedo hacer algún movimiento violento porque de ser así, aquellos imbéciles abrirían fuego en nuestra contra y todos podíamos salir heridos.

Aquel hombre que tenía acorralada a Bianca entre la pared y su cuerpo parece estar molesto también, ya que la mirada que me brinda es más que fulminante, pero sin duda yo no me quedo atrás, ya que yo estoy más que furioso por la manera en la que se ha atrevido a tocar a Bianca.

—Primero déjenme tener el placer de al menos ponerle un balazo a este idiota que se cree el salvador de la zorra esa. — se atreve a decir el imbécil mientras me apunta con su arma.

Yo mantengo mi postura firme, sin demostrar debilidad o miedo, y me preparo para recibir el impacto. Pero este no llega, sino que la situación paso a ser en cámara lenta.

Bailey le gruñe al hombre que me apunta con el arma y se lanza a él, encajando sus dientes en su pantorrilla derecha, y este hombre en un rápido movimiento dirige su arma hacia el perro y presiona el gatillo, provocando que la bala impacte en el muslo del canino.

—¡Maldito perro! — vuelve a disparar en el mismo sitio provocando que el perro chille de dolor. — Vámonos, ¡ahora! — ordena entre gruñidos el que disparo, y de inmediato los cuatro hombres salen de la casa.

Me acerco corriendo a Bianca, ya que el imbécil que la sostenía de las muñecas la aventó en cuanto el otro idiota dio la orden de irse.

—¡Bailey! — exclama Bianca con dolor en la voz y al mismo tiempo se acerca corriendo al canino, conmigo detrás de ella. — ¡Mi niño, no! — exclama ya con lágrimas en los ojos mientras sostiene entre sus brazos al canino y lo acaricia con cariño.

—Hay que llevarlo al veterinario — hablo mientras acaricio la cabeza del perro. — Iker, campeón, ven aquí — dirijo mi mirada hacia él, quien está parado en el mismo sitio sin mover ni un músculo y con su mirada fija en nosotros.

El pequeño se acerca y lo abrazo con mi brazo derecho y él se aferra a mí.

—¡Oh, Dios mío! — la exclamación de mi suegra me hace levantar la mirada y encontrar a los padres de Bianca acercándose a nosotros.

2º Juicio de Amor. Saga Hermosos AmoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora