Hogar

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Sé que no debo dar escuchas a mi retraso con la historia, PERO NO PIENSO IMCUMPLIR MI PROMESA DE QUE ESTA HISTORIA NO LA ABANDONO AUNQUE ME TORTUREN <3 <3 <3
PD: Empecé mis prácticas de profe, por eso me tardé un poco más xD

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Alune meditaba sobre el agua. En ella se veía su reflejo, las suaves nubes en el cielo y una preciosa luna con un fondo estrellado. El mundo espiritual.

Sus pensamientos volvieron a las palabras de su hermano, comprendía lo que quiso decir, siempre lo había hecho, pero el que haya exteriorizado ese deseo dolía. Suspiró poniéndose de pie, miró hacia la luna extendiendo su mano como si buscara tocarla.

Aquel satélite de su planeta que la acompañó desde su nacimiento, que selló su destino junto al de su hermano para adorarla por el resto de sus vidas. Se preguntó si Aphelios también la estaría viendo, si estaba pensando en ella. Lo extrañaba, ya era casi una semana en que no hablaba con él. Quizás no debió de haberle ignorado, ¿y si estaba en peligro?

Asustada, recordó el desesperado llamado de su hermano hace unas horas, pero su orgullo le impidió siquiera asomarse a ver qué necesitaba. Corrió hasta el arco de piedra lunar con símbolos Lunari, se concentró entrando al plano físico.

Estaba en la habitación que le habían asignado a Aphelios en el templo, eso significaba que él estaba ahí, volteó en todas direcciones a punto de llamarlo desesperada cuando lo vio durmiendo. Y no estaba solo.

Reconoció aquella cabellera anaranjada acercándose con curiosidad. Una enorme sonrisa apareció en su rostro al ver a su hermano y Annie durmiendo juntos tan plácidamente. No esperaba encontrarse con la pequeña, pero era una agradable sorpresa. Con cuidado, flotó sobre ellos acomodando mejor su manta, la prodigio se removió.

—¿Alune?—. Susurró somnolienta.

—Shhh, descansa solecito—. Besó su frente, sus dedos acariciaron su cabello y la pequeña volvió a dormirse con una sonrisa.

Miró a su hermano asegurándose que seguía dormido. Preocupada, notó que tenía algunos parches en su rostro, brazos y algunos cortes. La culpa le llenó el pecho, su hermano había estado en peligro y ella ignoró su pedido de ayuda, no solo incumplió con su deber, le falló a su hermano.

Se cubrió la boca, pequeñas lágrimas bajando por sus mejillas. ¿Qué había pasado? ¿Los atacó una bestia? La imagen del enorme dragón de obsidiana apareció en su mente, ¿habrá sido Sett? ¿Tuvieron un altercado, habrá intentado saquear de nuevo? No estaba segura, seguía sin saber nada sobre dragones.

Besó la cabeza de su hermano volviendo al mundo espiritual. Secó sus lágrimas yendo a su templo. Se adentró con determinación hacia la biblioteca ignorando los estantes sobre bestias, criaturas anormales o criaturas de Targón. Usó su magia encendiendo las antorchas de un pasillo.

La sección de magia antigua.

Estantes repletos con libros sobre hechicería de siglos ya olvidados, magia oscura cuyo uso se llegó a penalizar con la muerte, oscuros secretos sobre la magia que el mundo moderno ya no recordaba. Uno de los libros le llamó la atención, estaba hecho de cuero con decoraciones hechas de plata que se asemejaban a garras.

Lo abrió con algo de temor. Sorprendida, notó que solo era una especie de diario de campo de algún investigador cuyo nombre había sido borrado por el tiempo. Sin embargo, lo que verdaderamente le interesó fue que era una investigación sobre dragones y su comportamiento.

Seguramente estaba en aquella sección por tratarse de una especie que se creía extinta. Sintiendo que varios libros la miraban, se alejó con un estremecimiento hasta el balcón de la biblioteca. Se sentó en una banca inspirando la fresca brisa del mundo espiritual.

La Danza del DragónNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ