El Presagio de Una Tormenta

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Solo diré que tuve un golpe de inspiración re fuerte, además me siento súper orgullosa de este capítulo, ha sido el que más he disfrutado escribir y se convirtió en mi favorito por ahora. Ojalá les guste <3

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Las nubes en Jonia se alzaban imponentes, oscurecieron el cielo comenzando a dejar caer la lluvia. Los más pequeños corrieron a refugiarse en sus casas, uno de ellos gritó al escuchar un trueno provocando las risas de sus hermanos.

Aurelion los veía sobre una de las nubes. Golpeó con su cola otra nube haciéndola tronar, la lluvia bajó su intensidad y un relámpago iluminó el Placidium de Navori. Las jóvenes bailarinas del templo comenzaron a danzar al son de la lluvia, dos de ellas chocaron al escuchar un trueno terminando en el suelo riendo.

El viento era fuerte, más no ponía peligro a las casas más humildes. La lluvia haría prosperar sus campos, confiando en la bendición de Ao Shin. El dragón resopló desde su nube con un amago de sonrisa. Sacudió su cabeza recostándose contra una nube cerrando los ojos, una pequeña siesta mientras la tormenta continuaba sonaba perfecto.

Alzó el rostro con brusquedad. Un escalofrío le recorrió desde la espalda hasta la cola. Algo había perturbado su paz.

Bajó de las nubes para poder ver a lo lejos el Monte Targón, su inmensidad le permitía ser admirado desde la más lejana de las tierras. Con la lluvia sobre él, gruñó. Un potente trueno se escuchó a lo lejos ocasionando temor en los aldeanos. Ao Shin voló devuelta a su montaña.

Meditando en el templo, imperturbable ante la tormenta, se encontraba Lee Sin. El monje respiraba sereno, su brazo derecho iluminándose ante cada trueno que azotaba el cielo. Elevó el rosto al sentir la presencia de la deidad.

—Te noto inquieto Ao Shin—. Volteó el rostro hacia donde sentía al dragón resguardándose bajo el tejado del templo.

—Lee, dime, ¿qué sientes en el viento?

Preocupado, el joven se levantó acercándose al balcón permitiendo que la lluvia acariciara su piel. Inspiró profundamente la humedad en el ambiente, su cabello moviéndose con la fuerte brisa. Frunció el ceño, su rostro se movió por instinto hacia donde debía estar Targón.

—Un olor agridulce, casi imperceptible, lejano pero permanente. ¿Un villano?

—Aún no estoy seguro, es una presencia vengativa, al parecer proviene de Targón, pero intenta ocultarse—. La deidad movió la cola intranquila.

—¿Desea que viaje a investigar?—. El monje se enderezó a la espera de sus órdenes.

—No—. El dragón se recostó en el balcón del templo, la punta de su cola sujetó el hombro de su protegido.— Aún no es una amenaza, tampoco sé si lo sea.

—¡Pero Ao Shin...!

—Paciencia Lee—. La fuerte voz del dragón retumbó con la potencia de sus truenos.— Debemos esperar antes de considerar esa presencia un villano. Por ahora, seremos espectadores.

No pudiendo ir contra las órdenes directas de la deidad, el monje asintió aún atormentado con el aroma que atraía la lluvia. Se sentó junto al dragón y volvió a meditar para despejar su mente. Aurelion se enroscó alrededor de su protegido y se dedicó a mirar los campos de Jonia. Un relámpago volvió a iluminar el cielo.

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El joven Lunari despertó ante la chillona canción pop que sonaba desde el cuarto de las chicas, muy probablemente del celular de Miss Fortune. Sonrió un poco al escuchar a Annie cantar animada, eso le quitó el mal humor del repentino despertar.

La Danza del DragónWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu