Mi Tesoro

1.2K 124 76
                                    

—¡Hey! ¡Cuidado con eso, son reliquias de Jonia!

—Lo sé, me lo has repetido 5 veces—. Se quejó Aphelios dejando los objetos dentro de una caja con relleno para que no se rompieran durante el viaje.

—Lo digo porque es posible que alguno esté maldito.

—¡¿Qué?!

—Estoy bromeando... creo.

Esperando que Sett tuviera razón, Aphelios cerró la caja con cuidado y se echó para atrás mirándola con desconfianza. El dragón solo se burló de su expresión acomodando otras cajas atadas entre sí, las pondría todas juntas con una soga para que él las llevara colgando de sus garras.

Había pasado ya una semana desde que habían encontrado la cueva nueva, pero no habían empezado la mudanza porque el Lunari había insistido en estudiar el terreno y alrededores para asegurarse que Sett tendría donde cazar y que no hubiera curiosos cerca. Por suerte, todo estaba asegurado y ya estaban listos para ayudar al dragón.

Annie también estaba con ellos, pero dormía plácidamente abrazada a Tibbers en el nido de almohadas y mantas de Sett, habían viajado en el primer tren de la mañana y la pequeña no quiso perderse la mudanza por nada del mundo. Alune estaba junto a ella cuidándola.

El Lunari acomodó una última caja y la dejó en una segunda pila, llevarían todo lo posible en el primer viaje y el resto después. Admite que estaba nervioso, había saltado de edificio a edificio a grandes alturas, ¿pero ir en vuelo sobre una bestia? La única vez que hizo eso fue con el Grifo de hace unas semanas y no había terminado muy bien que digamos.

—Solo falta guardar mi cama, ya entonces podremos partir—. Satisfecho, Sett se sacudió un poco, palmeo el hombro de Aphelios sacándolo de su trance.— Despertaré a Annie para guardar las mantas y todo lo de seda, ¿puedes guardar las almohadas?

Aphelios asintió sonriendo con algo de nervios, la idea de volar seguía rondando por su mente provocando un revoltijo en su estómago. Escuchó el bostezo de Annie viendo cómo se estiraba lista para ayudar a empacar lo que faltaba.

—¿Está todo en orden Phel?—. Su hermana apareció a su lado preocupada.

—Ah, sí Alune. Creo que solo algo nervioso por el viaje—. Admitió. Su hermana palmeo su espalda asegurándole que todo estaría bien.

Confiando en sus palabras, Aphelios terminó de guardar las almohadas dejándolas en la pila que se llevarían en el segundo viaje. Sett se transformó en dragón fuera de su cueva, Annie soltaba gritos emocionada al ver la enorme y hermosa criatura.

El Lunari sonreía viendo al dragón, seguía siendo fascinante de admirar en aquella forma. Sett sintió los ojos de su amigo sobre él inflando su pecho con orgullo, bajó el rostro hasta estar frente a Aphelios viéndole con aquella mirada rojiza intensa.

Sintiendo como los colores subían a su rostro ante aquello, el Lunari ayudó a Annie quien saltaba queriendo tocar el rostro de la bestia. No paraba de decir lo hermosas que eran sus escamas y como brillaban contra la luz del sol. Aphelios estaba de acuerdo, pero trataba de evitar la mirada de Sett con nervios, en su forma dragón sentía que podía escudriñar en su mente y alma.

Ya luego de que Annie terminara de hacer preguntas al dragón, quien solo podía asentir o negar con la cabeza en aquella forma, se aseguraron de que las cajas estuvieran bien cerradas y atadas.

Ahora venía la parte que ponía nervioso a Aphelios, montarse sobre la espalda del dragón y emprender el viaje. No serían más de 15 o 20 minutos de vuelo, pero su estómago se apretaba sobre si y estaba seguro que su piel se veía más pálida. Alune solo frotaba su brazo tratando de reconfortarlo.

La Danza del DragónWhere stories live. Discover now