UNA MISIÓN, A CAMBIO DE UNA VIDA

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Tiré las llaves del coche sobre la mesa, pero mi perro no salió a recibirme. Lo llamé por su nombre y todo se quedó en silencio, algo sucedía, algo no estaba bien.

En ese momento una figura se asomó de entre la cocina, una persona enfundada en una gabardina que agudizó mis sentidos, Berthold.

No te preocupes por tu canino, sólo se encuentra sedado. Dijo, acercándose con cautela
— ¿Cómo me encontraste?
Si alguien se infiltra en la mansión del hijo de un narcotraficante y asesina a todos sus hombres, créeme que será primera plana en muchos noticieros. Sólo conozco a dos personas capaces de hacerlo posible, y de alguna forma una me llevaría a la otra.
— ¿Pensaste que quizá no quieren ser encontradas?
— ¿Fingiendo que pueden vivir sin una guerra en la cual pelear?

Su respuesta me descolocó, Berthold era muy sabio, y sabía perfectamente como dejarte sin respuestas.

Alexander, sólo vine a negociar.
— ¿Dónde están tus hombres? Pregunté, buscándolos entre las sombras.
No te molestes, no viene nadie conmigo, quise hacer esto solo.
— ¿Vienes al hogar de un asesino, y no traes un arma?
Pero si traigo una rama de olivo.
— ¿Y cuál es?
Salvar a la amiga de tu novia.

Escuchar eso despertó mi ira, sí él creía que podía involucrarlas de algún modo estaba muy equivocado.

Los médicos me dicen que no resistirá mucho tiempo más. Nosotros tenemos los recursos para salvarle. Solamente... Tienes que hacer algo a cambio.
No voy a volver, Berthold.
Déjame preguntarte algo, Alexander... ¿Podrás vivir tranquilo si ella muere, sabiendo que pudiste hacer algo para salvarla? ¿Crees que Cristal se recupere de ese golpe?

Ya no pude controlarme más y me abalancé sobre él, estampándolo contra la pared. No metas a Cristal en todo esto.

— ¿Podrás dormir tranquilo sabiendo eso? -Volvió a cuestionar.
Todos tenemos perdidas en la vida, eso nos hace fuertes, Cristal no será la primera persona en perder a un ser querido. —Decirlo, me hizo sentir la peor persona del mundo.

Lo solté y me separé un poco, ambos nos quedamos en silencio con la mirada atenta, estudiando el siguiente movimiento del otro.

Se llevó la mano a su bolsillo y sacó un móvil que dejó sobre la mesa. Si lo piensas, llámame. Es sólo una misión, sólo una más, a cambio de una vida.

Vete, Berthold, por favor.

Me hizo un gesto con su cabeza y salió de mi casa. Yo me dejé caer sobre una de las sillas y mi cabeza dio mil vueltas. Aquel mundo que dejé atrás, de nuevo volvía a buscarme, ahora con una promesa entre las manos. ¿Una misión más? ¿Cuál era la misión? ¿Acaso era la única alternativa?

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Este capítulo es como una escena post-créditos, muy importante para el desarrollo del siguiente libro. ¡GRACIAS POR HABER LLEGADO HASTA ACÁ! ¡GRACIS POR ESTAR LEYÉNDOME! ¡GRACIAS POR DARLE TANTO AMOR A MI HISTORIA!

¡Nos leeremos pronto!

CRISTALWhere stories live. Discover now