02.Reencuentro

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Capítulo dos.

 Reencuentro

ZIA AVERY

Sentí como me empezaban a mover, escuché mi nombre una y otra vez, por más que quería abrir los ojos no podía, los sentía demasiado pesados. Pasaron unos cuantos minutos, hasta que reconocí la voz y abrí mis ojos de golpe.

Estaba muy soñolienta, para aclarar mi mente.

—Zia, vamos a llegar tarde- gritó, mientras seguía moviéndome. - Es viernes y no podemos darnos el lujo de quedarnos.

Justo cuando dijo el día mi cabeza se reactivó, se me vinieron a la mente todas las cosas que tenía que hacer. Me levanté de la cama con mucha prisa para buscar que ponerme, mientras tanto, Farah se metió al baño.

— ¿Llegamos a la primera hora? –Cuestioné.

— No, Hoy tenía clase con el Sr. Rodríguez. -Arrugó su frente-Con él, ya no puedo llegar tarde, maldición.

—Veremos cómo lo arreglamos más tarde – La consolé, dándole una palmada en la espalda.

— Zia date prisa, Dorotea no debe ver que nos quedamos dormidas.

—Mierda, tienes toda la razón.

Farah había terminado de alistarse, solo me estaba esperando. Salimos de la casa corriendo para evitar el sermón de responsabilidad.

Había pasado casi una semana desde mi beso con Peter, por más que lo buscaba entre mis clases o incluso en los pasillos no lo encontraba.

¿Se estaba escondiendo de mí? Esa era la pregunta que no dejaba de repetirse en mi mente, al igual que todo lo ocurrido en la fiesta.

—Hemos llegado, sin tener que escuchar el discurso de Dorotea-Lo mencionó mientras se recargaba contra el volante.

— Creí que no lo lograríamos, en la salida tendremos que buscar al profesor Rodríguez e inventar una excusa muy convincente, solo déjamelo a mí.

Asintió, mientras dejaba notar una cara de tristeza

Vibró el celular de Farah y su semblante cambió.

—El universo me sonríe, el mensaje que me llegó es de Dan. Me dice que el profesor acaba de avisar que tuvo un percance, pero que ya viene en camino. -Pronunció alegre- Tengo que correr, nos vemos en el almuerzo, te amo.

Salió huyendo de la camioneta, dando grandes brincos. A mí me quedaban aún 25 minutos, los cuales podía aprovechar. La mejor opción era ir a la cafetería para desayunar algo.

Los pasillos estaban casi desérticos, a excepción de uno u otro desperdigado, que no quiso asistir a la primera clase. La escuela así me gustaba, podías disfrutar del más mínimo detalle. Desde el pasto que aún tenía del rocío de la noche, hasta los hermosos colores que se pintaban en el cielo. Me pasé admirando todo lo que me rodeaba, hasta que llegué al edificio de la cafetería.

Me dirigí con la señorita que estaba en el mostrador.

Era casi imposible olvidarla, era una persona muy carismática y atenta con los alumnos.

Observé lo que tenían para desayunar, buscando algo que fuera apetitoso, no había la gran cosa.

— Cariño, llegas tarde - comentó la señorita como si supiera lo que estaba pensando.

— Solo quiero un poco de esa fruta. – señalé, mientras le regalaba una sonrisa.

Después de unos cinco minutos, tenía el desayuno en mis manos.

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