Febrero, hace 6 meses.

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Habían pasado tres semanas desde su última conversación. Conway era incapaz de dejar de reproducirla continuamente en su cabeza, torturandose por las palabras dichas y la repercusión que tuvieron en el joven. A pesar de eso, no se arrepentía de lo que hizo, había hecho lo correcto, no podían seguir en ese tira y afloja del que tanto disfrutaban ambos y que esa dinámica fuera avanzando hacia arenas movedizas en las que se acabarían ahogando. No podía permitirlo, su código ético se lo impedía.

Durante ese tiempo, siguió observando a Gustabo discretamente, sin llegar nunca a conectar sus ojos pero siendo suficiente como para advertir que la chispa en la mirada del rubio había desaparecido, se encontraba más apagado de lo habitual. Ya no hacía comentarios graciosos en clase por los que tenía que llamarle la atención pero que en realidad, estaba luchando por contener una carcajada. Ahora este se limitaba a mirar por la ventana y dibujar, no cometería la locura de volver a quitarle un dibujo con el temor de reconocerse de nuevo en el papel.

Perdido en esos pensamientos entró en clase, dejó el maletín en la mesa y al levantar la vista vio que la silla de Gustabo se encontraba vacía. Extrañado, miró la hora en su reloj y vio que eran en punto. Desde el primer día no había vuelto a llegar tarde nunca y además ese día le había visto desde lejos en el pasillo, hablando por teléfono, durante un cambio de clase. No le quiso dar mayor importancia al hecho de que no hubiera asistido a su clase pero en el fondo de su mente tenía un mal presentimiento.

Dio su clase sin ningún acontecimiento fuera de lo común, dirigiendo la vista cada cierto tiempo a la puerta, de manera inconsciente, esperando que el joven que ocupaba su mente, apareciera en el aula pidiendo perdón por el retraso.

Una vez sonó el timbre, Jack se dirigió a su coche y se montó en el, rumbo a su casa. Por el camino vio a un individuo con abrigo rojo, con una botella en la mano, dando tumbos por la acera, claramente perjudicado por el el alcohol. Conway giró los ojos y pasó de largo, parándose en un semáforo en rojo unos metros más adelante. Miró por el retrovisor casualmente y al momento sintió su corazón encogerse, el reconocimiento de ese pelo rubio le dejó petrificado en el asiento. Un pitido le sacó de su estupor, indicándole que el semáforo hacia varios segundos que había cambiado de color pero importandole bastante poco, se bajó del coche aún impactado y se dirigió hacia el joven.

-¿Gustabo?

-Conway, -dijo el menor arrastrando la última vocal, a la vez que alzaba los brazos y se le tiraba encima, aprisionadole en un abrazo.

-¿Qué coño estás haciendo? Apartate, anormal.

-No quiero, hueles muy bien, -murmuró pegando su rostro en el hueco de su cuello, causándole un escalofrío al mayor.

-Me gustaría poder decir lo mismo de ti pero apestas a alcohol, -afirmó mientras separaba el cuerpo del rubio del suyo.

El joven se tambaleo un poco en el sitio e hizo el amago de llevarse la botella a los labios para beber pero esta fue interceptada por Conway antes de que llegara a su destino.

-¿Qué haces? Eso es mío, -dijo Gustabo haciendo un puchero y subiendo los brazos para intentar alcanzar la botella que ahora el mayor tenia alzada.

-Ni hablar, llevas más alcohol dentro del cuerpo que en la botella, creo que ya es suficiente por hoy, -decretó el mayor, vaciando el contenido en una alcantarilla y tirando el recipiente vacío en una papelera cercana. -Vamos, te llevo a casa.

-¿Y como me vas a llevar, a caballito? Yo no me voy a quejar pero creo que tu espalda no va a estar muy contenta, -comentó riendo mientras se acercaba a la espalda del contrario y posaba las manos en sus hombros.

-Qué cojones dices de a caballito, me refería a mi coche. Y quítame las putas manos de encima joder, -exigió el mayor, removiendose en su sitio y dándole un leve golpe en una mano.

when I kissed the teacher    [intenabo] Where stories live. Discover now