Marzo, hace 5 meses.

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Desde el incidente todo transcurrió con relativa normalidad, Gustabo siguió yendo a clases y mantuvieron las distancias que habían impuesto semanas atrás sin retomar las tutorias ni el trato más cercano que llegaron a tener. En todo este tiempo Conway le estuvo dando vueltas en su cabeza a la situación, tratando de entender sus sentimientos, sopesando los pros y contras de hacer algo al respecto o seguir ignorandolos y mantener todo como hasta ahora.

Echó la vista atrás, pensando en lo que había vivido a lo largo del tiempo y se dio cuenta de que nunca se había arriesgado en su toma de decisiones. Había vivido una vida estructurada, calculada al milímetro por su familia desde pequeño. Fue un alumno estrella en el colegio, al crecer fue enviado a un internado militar para, según sus padres, fortalecer su carácter y madurar. Cuando tuvo la suficiente edad, hizo lo que todo el mundo esperaba de él y se casó con la que había sido su mejor amiga toda la vida, dejando de lado sus inseguridades y sentimientos encontrados con la idea de casarse. Estudió sin rechistar la carrera que sus padres le impusieron porque sabía que lo hacían por su bien a pesar de que el habría preferido estudiar algo relacionado con el arte, su familia se encargó de dejarle claro que sería una ruina y que no tendría futuro como artista porque triunfaba uno entre un millón, eso sin haber prestado atención a ni uno solo de los dibujos a los que tantas horas le dedicaba.

Teniendo todo eso en cuenta llegó a la conclusión de que estaba harto. Harto de seguir las normas, de dejarse influenciar por los que le rodean, de sentirse una marioneta en su propia vida. Había estado de espaldas a sus sueños durante demasiado tiempo, respirando la vida como si tuviera un corazón asmático y hubiera llegado el momento en el que comenzaba a asfixiarse. Definitivamente eso se había acabado, iba a dar un salto al vacío sin red y a estas alturas le daba igual estrellarse contra el suelo porque almenos estaría sintiendo algo.

Con ese amasijo de pensamientos y emociones se dirigió caminando a la cafetería donde trabajaba el rubio. No había dormido prácticamente en toda la noche y se encontraba ansioso por la conversación que estaba planeando tener en su mente, imaginando posibles escenarios o frases que podrían intercambiar para estar preparado a la hora de la verdad.

Pero la realidad es que nada ni nadie le había preparado para encontrarse, justo hoy, con su exmujer y su exmejor amigo, con el que le engañó tras cinco años de matrimonio. Conway pensó en cambiar de acera e ignorarlos pero sus ojos hicieron contacto visual y cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde.

-Jack, cuanto tiempo,-saludó Julia sonriendo un tanto incómoda. Conway mirando fijamente como ambos iban cogidos de la mano, notando su corazón encogerse.

-La verdad es que si, hace bastante de la última vez que nos vimos, -comentó, pensando que después de firmar el divorcio tan solo se habían visto un par o tres de veces. -Armando, -se obligó también a saludar a su acompañante con un leve asentimiento de cabeza.

-Conway, -contestó cordialmente sin intenciones de alargar mucho más aquel encuentro, pensamiento que no compartía con su pareja pues esta se apresuró a sacar un tema de conversación para romper el hielo.

-Y cuéntanos, ¿cómo has estado? ¿Cómo te va en el trabajo?

-Dejémoslo en que he estado y respecto al trabajo, este año me trasladaron a la universidad de aquí, el cambio de aires me ha venido bien, -comentó sin querer entrar en muchos detalles. -¿Vosotros qué tal estáis? -preguntó más por cortesía que porque realmente le interesara.

La pareja se miró, manteniendo una conversación silenciosa que terminó con una pequeña risa por parte de Julia que solo consiguió extrañar más a Conway.

-Los tres estamos bien, -afirmó Julia sonriendo.

-¿Los tres? -repitió Jack sin entender a qué se refería.

when I kissed the teacher    [intenabo] Where stories live. Discover now