capítulo 2

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Además de ser como Talía, uno de mis más grandes sueños fue enamorarme de verdad, amar a corazón abierto y encontrar ese complemento perfecto del que siempre se habló

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Además de ser como Talía, uno de mis más grandes sueños fue enamorarme de verdad, amar a corazón abierto y encontrar ese complemento perfecto del que siempre se habló. Con Daniel creí haberlo encontrado, pero no tardé en darme cuenta que solo fue la ilusión del primer amor, en donde todo es nuevo e inocente. Luego conocí a Poncho, con quién sí tuve la seguridad, al menos hasta hace unos meses, de pasar el resto de mi vida; al fin y al cabo, todo apuntaba a que estaba enamorada con locura.

Es que la inexperiencia misma de la edad te hace confundir la euforia de una relación con amor, una simple ilusión con enamoramiento, un beso a medias con uno profundo. Lo terrible de esto es cuando descubres, a fuerzas, que lo que presumías sentir no es tan fuerte.

Porque el amor es el sentimiento más profundo y fuerte, pero si es que se debilita en los momentos más difíciles, no es real.

«Lucha por lo que amas», alguna vez me dijeron.

«El amor puede con todo», solía repetir mi madre.

«El amor te da las fuerzas para afrontar las batallas más difíciles», leí en un libro.

Entonces, descubres que no amas a quien decías amar. Te enteras que has estado con él por costumbre, que la monotonía borró cualquier indicio de amor, que no es tu otra mitad. Y eso destroza tu alma, te arrebata mil ilusiones, y sientes que has sufrido en vano.

También entiendes que los besos que él te daba no hacían que se parase el mundo, porque resulta que hay mejores, de esos que detienen el rumbo normal de la vida, de esos que te hacen tocar el cielo.

Pero comparar lo que me hace sentir un beso de Poncho con lo que me hizo sentir el de Christopher me asusta. Pensar que en cuestión de segundos encontré lo que tanto busqué en casi tres años de relación es aterrador, debido al camino equivocado que parece tomar todo.

Si no lo amo como pensaba ¿por qué sigo tensando la cuerda? ¿por qué no puedo dar un paso al costado si la relación me desgasta sin piedad?

El destino es el encargado de mover las piezas para acabar con lo que ya no tiene arreglo. Un viernes, tras terminar mi última escena, tomo un taxi con dirección a casa de Alfonso. Pese a mi resistencia a dar un paso al costado, mi corazón me pide a gritos, al menos, un poco de tregua. He llevado una relación conflictiva, tormentosa, llena de dolor y engaños que todos los días me rompe un poco más; lo he soportado todo por un "amor" supuestamente verdadero.

Me he dañado en el proceso, y ahora mi cuerpo me grita que le ponga un Stop.

Todo el mundo sabía de las constantes infidelidades de Poncho, mucha gente me advirtió, y yo, empecinada en seguir con la relación, preferí hacer oídos sordos. Saber lo que hacía me dolía mucho, no obstante, el dolor no se comparaba en lo absoluto al que sentiría al verle con mis propios ojos.

Poncho terminó enseñándome algo más: El dolor de saber de una infidelidad era nada, si lo comparábamos con el que aparecía al descubrirla.

Entrar a su departamento como si fuese mío no fue favorable. Lo encontré en el sofá, con una chica sin sujetador en su regazo. Me di la vuelta como si la escena quemase mis ojos y al tiempo dejaba caer mi bolso. El cuerpo me temblaba por la impresión. Tenía un nudo en la garganta, y fui sintiendo como se me rompía el corazón.

Este Corazón (Vondy)Where stories live. Discover now