Capítulo 5

242 37 6
                                    

No sé cómo gestionar lo que está pasando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No sé cómo gestionar lo que está pasando. En primer lugar, resulta estresante y agotador dar conciertos todas las noches, por la madrugada salir de viaje y el resto del día, ir de entrevista en entrevista. He conocido más ciudades de México en este último mes, que en los 18 años que tengo viviendo aquí. En segundo lugar, es incómodo vivir sabiendo que estoy enamorado de Dulce sin poder, o tener la valentía de decírselo. Me duele en el alma ser solamente ese con el que puede entretenerse siempre que quiera.

Quiero hacerle olvidar, conquistarla y luego amarla como se merece. Dejar de ser su "mejor amigo" y ser el dueño de sus suspiros y de todas sus sonrisas.

–¿Qué somos? –le había preguntado la noche anterior.

–Amigos –respondió antes de salir de la habitación.

No lo buscó, sin embargo, el sonido de la puerta al cerrarse fue como un golpe seco al centro de mi pecho. Quizá era muy pronto, o muy tarde para darme cuenta de que esa sería la primera aparición de dolor mezclado con una amargura casi imperceptible. Al mismo tiempo, se instaló en lo más profundo del alma la primera inseguridad, ¿y si nunca logro que se enamore?

Fui cauteloso al recostar su cabeza en mi hombro, al parecer ella tampoco pudo dormir, ya que ni bien la camioneta se puso en marcha, cerró los ojos. La rodeé con uno de mis brazos para que se sintiera más cómoda antes de dejar un beso leve en su coronilla. Nos vi reflejados en uno de los vidrios, y la necesidad de tenerla siempre así se posicionó como uno de mis deseos más importantes.

Maite me ofreció una barra de cereal que acepté de inmediato. Salimos del hotel bastante rápido, así que no tuve tiempo de desayunar.

–¡yo también quiero!

Miré mal a Christian al mismo tiempo que Dulce se removía un poco. No solía despertarse fácilmente, pero había aprendido a distinguir cuales eran las situaciones que lograban que perdiera la ilación del sueño.

–¿Puedes dejar de hacer escándalo? Si quieres algo, pídelo sin gritar.

–Mira que bonitos son –comentó–, se ven tan bien juntos. Pero...

Se quedó en silencio un rato, analizando, por primera vez en la vida lo que iba a decir. Desvió la mirada un ratito hacia la última fila de la camioneta, en donde venían poncho y Anahí.

–¿pero ¿qué? –susurró Mai, siguiendo el trayecto de su mirada.

–Anahí también duerme, y Poncho no la está abrazando. ¿Por qué la abrazas, Ucker?

Volteé la cabeza solo para corroborar sus palabras. Anahí estaba recostada sobre una mochila, y Poncho parecía estar entretenido leyendo un libro.

–Porque la cabeza de Dulce estaba golpeando contra la ventana –respondió Mai con obviedad.

–¿Y no era más fácil dejar que solo se recueste en su hombro?

En efecto, no era necesario abrazarla. Sobre todo, teniendo en cuenta que incluso hasta para ella, éramos solamente amigos. Y los amigos no siempre tienen estos detalles tan...

Este Corazón (Vondy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora