4. Pelo y tinte

5 4 0
                                    

Al día siguiente cuando fui a clase fue una sorpresa ver allí a Adrián, ¿qué hacia allí? Pero lo peor fue ver que estaba hablando con el grupo de amigos de Lisandro. Ay...

Dudé un poco, pero finalmente me acerqué a ellos.

- ¡Hola!

Fui obviamente al lado de mi novio, él me abrazó. Era tan tierno... Pero con Adrián delante no dejó de parecerme incómodo. Igualmente correspondí al abrazo, para que no levantarán sospechas, sin embargo no pude evitar mirar al rubio, al menos unos segundos.

- Lisandro nos decía que se va a teñir las puntas - anunció Owen, uno de sus amigos.

Me sorprendió eso, creía que no le gustaba eso de teñirse el pelo.

- Ah, ¿Sí? ¿De qué color? - le miré sonriente, sin saber aún sin creerlo o no.

- Blanco - rió él, pero con una sinceridad notable.

Pude notar los ojos de Adrián clavados en nosotros dos mientras discutíamos por la decisión de Lisandro de teñirse el pelo. Era tan incómodo... Que dejé de abrazarlo tratando de disimular.

- A ti también te quedaría bien el pelo teñido, Adrián.

Era obvio que mi nuevo vecino ya había conseguido congeniar con ellos por la forma con la que lo trataban.

- ¿A mí?

- ¡Sí! De un color oscuro.

Lisandro intervino.

- Si quieres podemos ir los dos a teñirnos el pelo - de nuevo lo dijo riendo, pero con sinceridad.

Adrián pareció pensárselo, si sería una buena idea.

- Claro - dijo después de un silencio de unos pocos segundos.

- ¿Nos acompañarás, amor?

Lisandro me miró y me cogió de la cintura. ¡Por favor, que incómodo!

- Sí, claro.

Al salir de clase los tres estábamos camino a la peluquería donde Lisandro solía ir, cerca de su casa.

Entramos en el pequeño establecimiento, un local de tres sillas y dos lavaderos que solo tenía dos empleados. Tampoco había mucha gente aquel día, solo dos personas.

- ¡Hola, Lisandro!

Se trataba del jefe del local, Oliver.

- Buenas tardes, Oliver.

- ¿El mismo corte de siempre?

- No, hoy vengo a hacernos un cambio de imagen mi nuevo amigo y yo - miró a Adrián -. Teñirnos el pelo, yo blanco. ¿Tú?

- Marrón oscuro.

Hasta ese momento había creído que era una broma lo de teñirse Adrián el pelo, pero lo había dicho tan serio que era imposible no creérselo. Incluso le enseñaron unos cuantos tonos de colores marrón oscuro y él escogió uno que quedaba bien con su tono rubio natural.

- ¿Tú también quieres teñirte, Andrea? - a Oliver le encantaba bromear, y siempre me decía algo cada vez que iba.

- No, gracias. Tal vez otro día.

Casi dos horas después los tres salimos del local de peluquería, ellos con un nuevo cambio. Y les quedaba genial.

- Yo ya me voy a casa - anunció Adrián.

Ese era el momento que más temía, volver a casa. Lisandro vivía al lado, pero Adrián y yo vivíamos más lejos... Y temí tener que volver sola con él. ¿He dicho ya que estaba muy incómoda?

- ¿Queréis que os acompañe a casa? - Lisandro parecía tener claro que éramos vecinos, los dos vivíamos en el mismo edificio.

Adrián me miró como si dejara esa elección en mis manos.

- Pues... Lo que quieras.

Por una parte quería que viniera con nosotros porque no quería ir sola con él, pero por otra me sabía mal. Lisandro iba a tener que vemos con nosotros cuando tenía la casa al lado y volver solo.

- No te molestes - atajó Adrián -. Tú vives al lado, tendrías que hacer viaje de ida y vuelta.

No sé qué opción era mejor, pero tampoco me pareció mal aquella respuesta.

Lisandro nos miró algo indeciso, pero finalmente habló.

- Claro, nos vemos mañana - sonrió.

Apenas unos minutos después Adrián y yo nos encontrábamos yendo a nuestra casa, que se encontraba a más de ocho calles de donde estábamos. Lisandro ya se había ido y seguramente ya habría llegado a su casa, estaba muy cerca.

Fue un poco incómodo durante los primeros minutos, ninguno dijimos nada.

- Veo que te llevas bien con mi hermana - fue lo único que se le ocurrió al rubio.

- Sí, es muy maja - no supe cómo alargar la conversación - parece muy alegre.

- Sí, lo és - él tampoco parecía querer alargar la conversación, o tal vez estaba más incómodo hablando conmigo que en silencio.

No tardó en volver a hablar:

- ¿Hace mucho que Lisandro y tú salís?

Una pregunta algo... Rara. ¿Por qué me la hacía? Aquella era la primera vez que teníamos una conversación los dos solos.

- Hace ya unos meses.

¿Podría ser más raro aquello? Sin duda prefería no hablar a hablar si ambas cosas iban a ser igual de incómodas.

Una vida de adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora