6. Entre la espada y la pared

3 4 0
                                    

Las clases habían acabado, y yo solo pensaba en irme lo antes posible a casa, antes de que Adrián me viera. Temía que me dijera de ir los dos juntos aprovechando que vivíamos en el mismo edificio. 

Me dirigí rápido hacia la salida junto a mis amigas, creía que él aún estaría en las taquillas. Pero me equivocaba, me estaba esperando allí. 

- Andrea.

Le miré sin saber qué decir, ¿en serio? ¿Qué quería?  

- Ah, hola Adrián.

- ¿Vas a tu casa?

Miré unos segundos a Sonia y pensé que ellas me habían metido en aquello y ellas iban a tener que ayudarme a salir. 

- No, hoy voy a comer a casa de Sonia.

Adrián nos miró como si estuviera decidiendo si creerme o no, pero al final no dijo nada.

- Hasta mañana.

No me respondió, solo refunfuñó y se fue a casa también. Yo miré a Julia y Sonia.

- Creo que no le ha hecho mucha gracia que no vayas con él, supongo que quiere hablar contigo. 

- Pero yo no quiero - suspiré.

En realidad Sonia no me había invitado, pero pensé que podía ir a casa por un camino más largo y así llegaría más tarde que él. 

- Ya que Andrea ha quedado - se notó el sarcasmo en esa última palabra de Julia - con Sonia... Podemos ir a comer a algún sitio las tres.

La miré. En realidad no era mala idea, pero no llevaba dinero encima y tenía que ir igualmente a casa a cogerlo.

- Yo invito - añadió al ver que iba a comentar algo negativo.

Mis amigas me conocían demasiado bien, sabían qué hacer en momentos de crisis para ayudarme. 

Así que fuimos a uno de los restaurantes más baratos de la ciudad - no queríamos que Julia gastara demasiado dinero, total aquel día realmente no era nada especial - y nos quedamos allí a comer. 

Pero debí sospechar que una oferta tan generosa iba a tener un coste.

- Ya puedes ir contándolo todo con pelos y señales, Andreita - las dos me miraron serias.

Acabé contándoselo todo, desde el día que conocí a Adrián hasta mis dudas sobre él y Lisandro. Al acabar las dos me miraban impresionadas.

- ¿Y por qué no nos habías dicho nada? Nos lo ha tenido que contar el mismísimo Adrián.

- Yo... No sé, estaba muy liada y... No lo sé - revolví un poco mi comida -. ¿Sabéis a quién más se lo ha dicho?

- Creo que solo a nosotras. Hemos ido a preguntarle expresamente a solas porque ya te notábamos rara.

- ¿Lisandro...?

Sonia me cortó.

- No creo que lo sepa, ya te hubiera pedido explicaciones.

Dejé el tenedor en el plato y me crucé de brazos, resoplando. ¿A quién más iba a contárselo Adrián? Si se lo había dicho a mis amigas era porque se acordaba y no tenía inconveniente en contarlo. Y además ahora ya sabía el resto de la historia porque nos había escuchado en las taquillas. ¿Pero por qué? Hacía unos días parecía que yo no le importara, que ni siquiera sabía quién era. ¿Por qué ese cambio repentino? ¿Qué quería?

Julia y Sonia parecieron comprender que aquello era demasiado complicado para mí, porque no volvieron a hablar de Adrián. 

- ¿Qué os parece una tarde de compras? - propuso Sonia, al verme tan depresiva. 

Sí, ellas sabían como levantarme el ánimo.

Después de ir a mi casa a coger algo de dinero pasamos el resto del día de tienda en tienda, probándonos ropa y acabando con cinco bolsas en cada mano. 

Pero aquello fue solo un momento, porque cuando regresé a casa me encontré a Adrián en la entrada. Me miró fijamente, y por las bolsas supongo que intuyó que lo de la comida no había sido mentira... O no del todo.

- Hola - me saludó un poco frío. 

- Hola - no pude evitar ponerme algo incómoda, pero traté de fingir -. ¿Qué haces aquí abajo?

- Lisandro ha querido quedar conmigo, ¿no te lo ha dicho? 

Eso debería haberme extrañado, pero después del incidente del pelo ya no sabía qué pensar sobre ellos dos. Hasta entonces no me había dado cuenta de que Adrián volvía a tener su color natural de pelo, ya no tenía las mechas oscuras que se había hecho hacía poco.

- Ah, no, no me ha dicho nada.

- ¿Y tú le has contado algo?

No quería saber a qué se refería, pero lo sabía. Negué con la cabeza.

- Aquello fue solo un día de verano, ¿qué iba a contarle? Ni siquiera nos conocíamos aún.

Comenzaba a ponerme nerviosa, y aunque estoy segura de que él se había dado cuenta no dejó el tema a un lado y continuó hablando.

- ¿Y ahora? ¿Qué es ahora?

Seguía sin entender qué quería con todo aquello. ¿Por qué no me dejaba en paz? ¿Por qué de repente me prestaba más atención?

- Nada.

¿Mentí? Yo aún no lo sabía seguro, pero sí, había mentido. 

Por suerte cuando él fue a hablar llegó Lisandro y se tuvo que callar.

- ¿Andrea? ¿Qué haces aquí?

- Acabo de volver, había quedado con Sonia y Julia para comer y hemos ido de compras - le miré algo incómoda -. Yo mejor me voy. Adiós.

Subí rápido a mi departamento, antes de que Lisandro pudiera preguntarme algo más o Adrián pudiera decirme algo sobre la conversación que habíamos estado manteniendo hasta que mi novio había llegado. 

Sentía que necesitaba relajarme y alejarme un poco del tema, pero no pude evitar mirar por la ventana, para ver qué hacían. Sin embargo de poco me sirvió, porque simplemente estaban sentados en uno de los bancos y hablaban a saber de qué. Parecían los dos bastante serios, eso me puso más nerviosa. ¿De qué hablaban? 

Me desesperé. ¿Adrián le estaría contando la historia a Lisandro? Y si no era así, ¿llegaría a contársela algún día? 

Una vida de adolescentesWhere stories live. Discover now