9. El balcón

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Al día siguiente era sábado, y yo no tenía ganas de ir a ninguna parte. No salí de mi habitación en toda la mañana, ni tenía intención de hacerlo en todo el día. Pero tuve que salir, al menos para no preocupar demasiado a mis padres.

Necesitaba algo de aire, así que salí al balcón para relajarme un rato. Aquella noche no había podido pegar ojo, estaba preocupada por cómo estaban Adrián y Lisandro.

El tiempo parecía burlarse de mí, porque mientras yo estaba desolada el cielo estaba despejado y soleado sin ni una nube. El viento soplaba suavemente provocando una frescura agradable.

Por un momento me sentí observada, pero no podía ser. Nadie había en mi casa en aquel momento, mis padres habían ido a hacer algo de ejercicio como hacían todos los sábados por la mañana y no volvían hasta la hora de comer. 

De pronto me di cuenta de que Adrián me observaba desde el balcón del lado. 

- Hola.

Tenía las marcas de la pelea del día anterior, heridas por la cara y un corte en el labio. Me sentí fatal al verlo así. 

- Ayer te vi, estabas en el parque. 

No tendríais que haberlos peleado - afirmé con timidez, intentando ocultar mi sorpresa de que se hubiera dado cuenta de que estaba allí -. Y la verdad es que tampoco entiendo porqué lo has hecho.

- ¿En serio crees que me hubiera metido si no tuviera una buena razón? - me miró fijamente, se notaba que estaba molesto - ¿Que solo lo he hecho para fastidiar?

Me encogí de hombros, me sentía mal.

Sin previo aviso Adrián saltó por encima de su balc'on y cuando quise darme cuenta estaba en el mío, y me abrazaba por la cintura. Era muy ágil. 

- Andrea - apartó un mechón de pelo de mi cara y me miró a los ojos -. ¿Alguna vez has estado realmente enamorada de Lisandro?

Al principio no entendó la pregunta, pero luego me di cuenta de porqué me la hacía. 

- Pues... - acepté su abrazo casi inconscientemente mientras pensaba una respuesta.

- Ya - me acarició el pelo -, tienes dudas - me miró a los ojos -. Me arrepiento de no haberte hecho casi aquel día.

Volví a preguntarme cómo era que aún se acordaba de mí, pero como si me hubiera leído la mente dijo: 

- Cuando volví este verano te reconocí. Hasta entonces confieso que no me acordaba de ti.

Calló como si aquellas palabras lo explicaran todo, se limitó a mirarme. Supongo que esperaba un a reacción que nunca llegó.

- Cuando lo tengas claro dímelo.

- En realidad ya lo sé - solté sin siquiera pensar lo que decía.

Esperaba que se pusiera nervioso o se sorprendiera, pero solo me miraba. Esperaba a que hablara.

- ¿Y...? - me animó acariciándome la mejilla.

Tardé un poco en decirlo porque dudaba. Y él se me adelantó. Al ver que no decía nada agachó la cabeza.

- Tranquila - dejó de abrazarme -, no pasa nada. Aunque eso no quiere decir que me rinda.

Volvió a saltar a su balcón dejándome con la duda, ¿a qué se refería a que no iba a rendirse? 

- Creo que... - era tarde, él ya había entrado a su apartamento.

Me quedé de nuevo mirando el paisaje, aunque algo más tranquila. Hablar con Adrián me había ido bien.

Alguien llamó al timbre de mi casa poco después, en medio de mi tranquilidad. 

Julia y Sonia estaban al otro lado, y en cuanto les abrí la puerta entraron en mi casa sin siquiera pedirme permiso. Parecían impacientes.

- ¿Y bien? ¿Cómo estás? 

- ¿Ya lo has decidido? ¿Lisandro o Adrián?

- Acabo de hablar con Adrián... 

Les conté todo, menos lo del salto del balcón y el abrazo. 

- ¿Entonces? ¿Sigues sin saber cuál de los dos o ya lo tienes? - era lo único que querían saber, al parecer.

- Sí, creo que ya lo sé...

- ¿¡Quién!? - exclamaron a la vez, ansiosas.

- A... L... - al pensar en Lisandro mil dudas aparecieron en mi mente. Suspiré y la imagen de Adrián apareció en mi imaginación -. Adrián.

Una vida de adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora