2. Algo insólito

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Las tareas de la mansión Jung eran agotadoras. Estaba claro que no había forma de cuidar esa casa tan grande entre dos personas. JiMin era un trabajador incansable y siempre llevaba dibujada una sonrisa mientras laboraba, aún así, parecía terriblemente exhausto. ¿Cuánto tiempo llevaría esforzándose de esa forma? ¿Cómo lo hacía para no haber colapsado ya?

- JiMin, ¿cuánto tiempo llevas siendo el único sirviente del amo Jung?

- Mmm... - Pensó la respuesta. - Diría que... casi cuatro años. ¿Por qué lo preguntas?

- ¿¡Cuatro años!? ¿Y cómo has logrado que la casa siga en pie? - JiMin se encogió de hombros.

- ¿Durmiendo poco? - Rio JiMin, aunque parecía una respuesta completamente sincera.

- Además... siendo el favorito del amo... ocupándote de él.... - TaeHyung quería descubrir más cosas sobre qué significaba ser un favorito exactamente. Pero al mencionarlo, JiMin volvió a enrojecer de vergüenza.

- No hablemos de eso, vale. - Pidió JiMin. - El amo... sólo necesita comer... - Volvió a decir. Pero esta vez añadió algo más. - Y, la verdad, siempre está hambriento. Me temo que yo no soy suficiente para el amo. Ya no. - Dijo con un tono triste.

- ¿Qué quieres decir? - JiMin levantó la cabeza.

- Es posible que el amo quiera deshacerse de mí pronto. - Declaró con una sonrisa muy mal fingida. Ese hecho parecía dolerle mucho. - El amo sólo se ha acostumbrado, durante toda su vida, a tener un único sirviente y, por tanto, un único favorito, así es como lo hace él. Cuando uno deja de ser suficiente para el amo, lo cambia por otro. - Explicó. - Normalmente los sirvientes duran unos meses, un año como máximo.

- ¿Y tú has durado 4 años? No creo que el amo quiera deshacerse de ti.

- ¿Entonces qué haces tú aquí? - No parecía culparle por ello, de hecho se lo dijo con una sonrisa mucho más sincera que la de antes.

- Tú me recomendaste. - Si no quería ser echado de allí, ¿por qué iba a recomendar a otro sirviente? ¿No debería estar boicoteándole? Si JiMin no quisiera estar allí podría haberse ido voluntariamente. Los inmortales tenían sirvientes no esclavos.

- Porque no quisiera que mi amo estuviera en malas manos cuando yo ya no tenga lugar aquí. - Informó. - Le aprecio mucho. No quisiera irme, pero no puedo hacer que el amo pase hambre por mi culpa. Yo... sólo quiero que el amo sea feliz. - Declaró con tristeza.

- JiMin. - La voz del amo desde su despacho le sobresaltó. A pesar de no ser un grito, retumbó por toda la casa.

- Enseguida voy. - Respondió. - Si me disculpas. - Sonrió a TaeHyung y salió corriendo escaleras arriba. No volvió a ver a ninguno de los dos en todo el día. No le sorprendió, en la semana que llevaba allí, ocurría continuamente, casi todos los días. TaeHyung se limitó a hacer las interminables tareas de la casa como JiMin le había enseñado y luego iba a dormir a la lujosa habitación de la planta baja que JiMin le había asignado. La habitación de JiMin y la del amo estaban en la planta de arriba. TaeHyung había estado muchas veces en la de JiMin, pero nunca había entrado en la del amo. Sólo JiMin podía atender esa habitación. De hecho, entre el despacho siempre ocupado y la habitación en la que no podía entrar, TaeHyung casi no veía al amo Jung. Prácticamente sólo le escuchaba llamar a JiMin al menos una vez al día.

A la mañana siguiente, ocurrió algo insólito. Primero, no había visto a JiMin por ningún lado. A pesar de que no importaba lo mucho que madrugase TaeHyung, JiMin siempre estaba despierto antes. Por supuesto, no pudo culparle por estar cansado, así que ni se planteó subir a despertarle. O quizá aún estaba con el amo haciendo... lo que se suponía que hacía con el amo tan largas horas. Segundo...

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