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El día anterior las princesas habían estado tan ocupadas vigilando a Fulano y evitando que este se acercara a su padre que ni siquiera habían recordado que hoy era el día en el que Madame Mcshoe y las estilistas  vendrían para la prueba de vestuario y maquillaje para el baile de mañana en la noche.

–Despiértense, mis niñas– Justine pasaba por cada una de las camas para mover a las princesas.

–Nana, déjanos un ratito más– pedía Gemma con una almohada en la cara que la protegía de la luz de la mañana que entraba por los ventanales.

–Si las dejo dormir más, no van a llegar a tiempo con Madame Mcshoe.

–¿Qué dijiste?– Leah se levantó de la cama de un brinco y corrió al baño a arreglarse.

–Dios. Leah, relájate– Scor se levantó con mucha pereza de la cama. Su cabello parecía una bola de algodón por la humedad.

–Chicas, tenemos un largo día por delante– Virgy pasó por la cama de sus hermanas que no se habían levantado todavía y les quitó las sábanas que las cubrían.

–Gracias, Virgy– Justine le dio un abrazo a la chica como muestra de agradecimiento–. Mientras iré a avisarle a Linguini que puede ir sirviendo el desayuno– la regordeta mujer salió por donde había entrado y finalmente se quedaron solas.

–¿Qué tanto tenemos que hacer hoy que nos impide quedarnos en la cama?– se quejaba Aria mientras pateaba sus pantuflas.

–Prueba de vestuario y maquillaje y, lo más importante, vigilar a un posible asesino en serie– Liv enumeró con sus dedos.

–Dudo que sea un asesino en serie, tal vez un asesino sí, pero no en serie– puntualizó Can y algunas risitas se escucharon.

–Dudo que sea un asesino en serie, tal vez un asesino sí, pero no en serie– puntualizó Can y algunas risitas se escucharon

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Eventualmente todas las princesas salieron de la cama y lograron llegar a tiempo al comedor para el desayuno. Tanto el Duque como Fulano ya se encontraban ahí, platicando animadamente con su padre.

–¡Hasta que llegan!– su padre se encontraba de un humor particularmente bueno.

–Buenos días– contestó Pi con una voz que delataba que se acababa de levantar. Las doce hermanas tomaron sus respectivos asientos en la mesa.

–Y cuénteme, princesas, ¿están emocionadas por el baile de mañana?– el Duque comenzó a sacar plática.

–Totalmente, no podemos esperar– Tara respondió con toda la amabilidad que poseía en su cuerpo, aunque mentalmente estaba maldiciendo al anciano.

Parecía que Fulano también quería tomar parte en la conversación pero, por fortuna, Linguini salió por las puertas de la cocina y se adentró al gran salón.

–Muy buenos días, Sus Majestades– el cocinero, junto con ocho ayudantes de cocina, traía un carrito en donde llevaba una porción del desayuno. Poco a poco la mesa se fue llenando de alimentos, y con ello, las conversaciones se fueron apagando.

12 princesas bailarinas {zodiaco}Onde histórias criam vida. Descubra agora