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Para este punto de la noche, las 24 personas que se encontraban en la isla se habían dividido en 4 grupos; unos estaban en las bancas junto al pabellón, platicando sobre el incidente de Gemma; otros estaban junto a ellos, en el pabellón bailando; otros más estaban haciendo una competencia de clavados en el lago; y los restantes estaban en la orilla de la playa preparándose para hablar con los peces.

En el pabellón, las gemelas Sagi y Acua estaban agarradas de la manos y daban vueltas alrededor del lugar mientras reían.

–¿Siempre se comportan así?– Virgo reía al ver a las chicas.

–La mayor parte del tiempo– respondió Can.

–Bien, ustedes querían practicar para su baile, ¿no es así?– Cáncer secaba sus sudadas manos en sus pantalones.

–Sí, la verdad es que no tenemos lecciones de baile desde que éramos niñas y no queremos hacer el ridículo el sábado– respondió Pi de forma nerviosa.

–Si quieren nosotros las podemos ayudar– mencionó Virgo.

–¡Eso sería fantástico!– contestó Can animada.

–Si van a practicar el vals– las gemelas dejaron de dar vueltas por un momento y se acercaron a ellos–, necesitan música– les sugirió Acua.

–¿De dónde la sacamos? Estamos en el medio de la nada– Pi les contestó un poco perdida.

–Se nota que no prestan atención a las historias– Sagi se alejó un momento del grupo y se acercó al gran y majestuoso árbol lleno de flores doradas y tomó una–. Deseo tener música para bailar el vals– la chica habló claro y fuerte.

De pronto, aquella flor se empezó a desmaterializar en pequeños puntos de luz brillante y dorada, hasta que no quedó nada de ella.

–No pasó absolutamente nada– Cáncer miraba a todos confundido.

No habían pasado ni diez segundos del comentario de Cáncer cuando, de las columnas que sostenían el gran techo del pabellón, aparecieron unas pequeñas bocinas doradas, parecidas a las de un gramófono, las cuales emitían una hermosa pieza de música clásica.

–¿Qué decías?– Acua se cruzó de brazos y mostró una sonrisa de satisfacción en su rostro.

–Perdón– Cáncer parecía avergonzado de su rápido juicio.

––Perdonado– respondió Sagi–. Ahora, si nos disculpan, nosotras vamos a seguir con nuestra pieza de baile alternativo.

Las gemelas se volvieron a tomar de las manos y comenzaron a girar sobre su propio eje.

–¿Me permites?– Virgo le tendió la mano a Can y la chica lo miró sorprendida pero le dio la mano. Ambos se posicionaron en el centro del pabellón y el chico colocó la mano que tenía libre en la cintura de la chica, y ella hizo lo mismo pero con el hombro del príncipe.

Cáncer y Pi no se quedaron atrás, ya que ellos igual se posicionaron a un lado de los ya antes mencionados, y comenzaron a balancearse al ritmo de la música.

–Entonces, ¿de qué incidente hablaban tus hermanos?– Can le preguntó a su compañero de baile.

–¿Cómo dices?– el chico se mostró tomado por sorpresa.

–Del accidente en el palacio de Rimonar– le recordó la chica.

–Oh, es una historia bastante embarazosa– Virgo miró hacia otro lado que no fuese la cara de Can y dejó salir un gran suspiro–. Lo que sucedió fue que– hizo una pequeña pausa–, era mi turno de la bailar con Aliah, la princesa, y terminé vomitándole encima antes de empezar el baile.

12 princesas bailarinas {zodiaco}Kde žijí příběhy. Začni objevovat