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Dos horas habían pasado desde que las princesas se habían acostado, cuando el reloj comenzó a sonar.

–Por el amor de Dios, ¡apaguen ese reloj del demonio!– Scor se cubrió la cabeza con una de sus almohadas.

–¡Buenos días, mis amores!– Justine entró por la puerta y comenzó a abrir las cortinas de la habitación.

–Cierra las cortinas, por favor– Can se dio la vuelta en su cama para evitar que los rayos de la luz entraran.

–Nada de eso, en poco tiempo debe llegar Madame McShoe a tomarles las medidas para sus vestidos– dijo Justine al mismo tiempo que le quitaba las cobijas a Aria, quien se aferraba a ellas como si fueran su vida.

–¿De qué vestidos hablas?–Acua, todavía medio dormida, se sentó en su cama y miraba a Justine.

–De sus vestidos para el baile, mi niña– por fin le había quitado las sábanas a Aria.

–¿El baile?– Leah se levantó de la cama de un brinco y rápidamente se quitó la pijama y se vistió con uno de sus vestidos de día– ¡Despierten, malditas holgazanas!– empezó a sacudir a sus hermanas.

–¡Paren de gritar!– Capri se levantó enfadada.

–Entonces dejen de dormir–Leah se cruzó de brazos.

–Cállate– Liv le lanzó una almohada a su hermana. Leah la miró furiosa.

–Como quieran, yo iré a que me hagan mi vestido– Leah se puso sus zapatillas y luego tomó la mano de Justine y ambas salieron del cuarto.

–Como quieran, yo iré a que me hagan mi vestido– Leah se puso sus zapatillas y luego tomó la mano de Justine y ambas salieron del cuarto

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–Oigan, deberíamos ir con ella– Pi se levantó de la cama.

–Ya lo sé, pero estoy muy cansada– Tara seguía sin moverse de la cama.

Desde la ventana Sagi pudo ver cómo se acercaba un carruaje con una señora regordeta dentro de él.

–Está llegando Madame McShoe– les avisó a sus hermanas.

Las hermanas que seguían en la habitación se levantaron rápidamente y se despojaron de su pijama para vestirse y peinarse.

Corrieron, a excepción de Liv que iba cojeando, por los corredores del palacio hasta llegar a una de las salas más espaciosas, en donde ya se encontraban Madame McShoe y Leah.

–Buenos días, princesas– saludó la mujer en un tono de voz dulce.

–Buenos días, Madame McShoe– respondieron todas al unísono.

–Me alegra que hayan llegado– la mujer sacó unas cintas métricas de la bolsa que cargaba y se las pasó a sus asistentes–. Ahora díganme, ¿cómo quieren que sean sus vestidos?

Las princesas le dijeron exactamente cómo querían cada una su vestido. Después de tener los diseños, Madame McShoe prosiguió a tomar las medidas.

12 princesas bailarinas {zodiaco}Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ