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Era Tara la que llamaba a Liv desde la orilla del mar. Buscaba a su hermana para poder avisarle que habían decidido organizar un pequeño baile ahí mismo, ya que si los chicos no podían ir al baile real, por lo menos podían estar presentes en este.

Cuando el bote en el que viajaban Acuario y Liv llegó a la orilla, Tara se dio cuenta de su intromisión.

–¡Oh, Dios! ¿Interrumpí algo?– la chica se moría de vergüenza, había arruinado el momento de su hermana.

–No, para nada– el joven acababa de bajar del bote y sólo pudo reír incómodamente.

–Sólo...–Liv miraba a su alrededor intentando crear una excusa–hablábamos– tanto su hermana como su acompañante se le quedaron mirando.

–Fingiré que les creo–. Tara sólo les brindó una sonrisa falsa y prosiguió hablando–. Vine a avisarles...

–¡Vamos a hacer un baile!– Piscis salió de atrás de los árboles e interrumpió el aviso de la princesa. El chico se veía agitado, puesto que había corrido hasta llegar junto con el grupo.

–Eso venía a decirles– Tara se volteó a mirar al recién llegado con disgusto.

–Perdón– le dio una sonrisa a la chica y se agarró de un árbol, intentado recuperar la respiración.

–¿Un baile?– una sonrisa escapó de los labios de Liv. Amaba los bailes sorpresa–. ¡Acuario, vamos a ayudar!– la princesa tomó del brazo al príncipe y salió corriendo hacia el centro de la isla, perdiéndose de vista por los árboles del bosque.

–Bien, ya recuperamos a esos dos, así que regresemos con los demás– Tara miró al chico al ver que se le seguía dificultando respirar–. ¿Estás bien?– se acercó a él.

–Creo que...– el joven se desabotonó el saco que traía puesto y metió una mano en uno de los bolsillos interiores y sacó un inhalador de ahí.

Asma. Estaba teniendo un ataque de asma.

–¡Déjame ayudarte!– fue lo que dijo Tara al ver lo que le estaba pasando a Piscis. El chico ahora estaba sentado con la espalda  pegada al árbol y su respiración se había agitado aún más. Ella se arrodilló frente de él y tomó el inhalador de las manos de príncipe. Rápidamente quitó la tapa del aparato y lo agitó para dárselo a Piscis. Este lo tomó torpemente, pero logró colocárselo en la boca y presionar el botón para el oxígeno. Lo volvió a presionar y por fin su respiración se empezó a controlar.

–¡Por Dios! Por un momento pensé que morías– Tara soltó un suspiro de alivio.

–Lo lamento– Piscis guardó su inhalador de vuelta, y se acomodó el saco–. Casi no suele pasarme esto– rió ligeramente. El príncipe se levantó de la tierra y se sacudió la ropa. Al ver que Tara seguía de rodillas frente al árbol, éste le extendió la mano, la cual ella aceptó.

–Supongo que ya debemos de ir con los demás– la princesa sacudió la falda de su vestido, intenta quitar todo rastro de tierra de ella.

–Te sigo– el caballeroso hombre extendió au brazo, dando el paso a la morena, a lo que ella sonrió y tomó la iniciativa.

Ambos comenzaron a adentrarse por el bosque, siguiendo los ruidos para guiarse hasta el resto del grupo.

–Tara, de verdad apreciaría si no le contaras del incidente a nadie– Piscis se aclaró la garganta.

–De acuerdo, no diré nada pero puedo saber por qué– ella lo cuestionó con la mirada. Iban caminando uno al lado del otro.

 Iban caminando uno al lado del otro

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12 princesas bailarinas {zodiaco}Where stories live. Discover now