Doce

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No era fanatica de bailar, de moverme, pero Camila si que sabía hacerlo de una manera increíble. Sus movimientos me llevaban a un mundo aparte completamente, y las ganas de volver el tiempo donde solo hacíamos lo que nuestros cuerpos sentían eran insoportables.

Camila siempre causó algo más en mi, ella tenía una especie de hechizo que me obligaba a olvidarme de absolutamente todo lo que sucedía a mi exterior. Éramos grandes ahora, teníamos 22 años, no éramos unas niñas pero eso no quitaba que las hormonas se alteraran con solo un simple baile.

Ella sonreía, y se reía de vez en cuando, y sabía que ella necesitaba este cambio de aire. Después de haber terminado esa relación con Julian, los recuerdos de la muerte de Sofia y todo el estrés que conlleva estudiar Medicina.

Sabía que la morena era más que dedicada en sus estudios y siempre daba lo mejor de sí, se que quizás no era tan feliz con el chico que tenía una relación y por supuesto la carga de la muerte de Sofia era algo que siempre llevaba en su interior.

Camila a pesar de todo, era ese tipo de persona que jamás puede salir de tu vida por más que trate, ella siempre ocupaba un vínculo conmigo, más allá de ese tatuaje que nos hicimos, incluso más que el hecho de la amistad de nuestras madres, por alguna razón o motivo, ella siempre estaba en mi vida, en algún punto nos encontrábamos.

Ahora era ser las testigos de la boda de nuestros mejores amigos.

¿La razón? No lo sé, supongo que es el destino.

-Necesitaba esto.- me dice con una sonrisa.

Le acerqué un vaso de jugo natural, y ella gustosa lo recibió bebiendo un largo sorbo.

-Pareces una adolescente que jamás había salido.- la molesto. -De hecho creo que te ves incluso más lesbiana estando acá.-

Ella rodeó los ojos y yo solo me podía reír, me encantaba molestarla.

-No definas mi sexualidad Lauren.- entierra suavemente su dedo en mi hombro. -Y para tu información ninguna chica me ha llamado la atención, si hay mujeres muy guapas pero ninguna como para decir "Quiero algo".- me señala.

-Es que cuando me tienes a mi enfrente es difícil ver eso en alguien más.- bromeó riéndome y ella me empujó suavemente.

Yo tomaba mi Coca Cola muy orgullosa.

-A veces me da rabia que seas tan egocéntrica.-

-Te encanta.- le guiño el ojo.

-No, pero habló en serio, no creo que venir a una disco me hará saber mi sexualidad... quizás ni siquiera quiero descubrirlo.- me miro.

Ambas estábamos sentadas a un lado de la barra, mirándonos, olvidándonos de la existencia de un mundo afuera.

-Creo que el lugar tiene demasiada bulla como para conversar.- me dice y asentí.

-¿Quieres ir a un lugar más tranquilo?.- Ella asintió.

Así fue como terminamos llegando a esa casa en la playa, que había sido testigo de tantas locuras, y momentos entre ambas. Salimos al patio tomando asiento en la arena, la piscina a nuestra espalda, y el sonido de las olas golpeando, era el mejor panorama en esos momentos.

Me gustaba estar con Camila, su presencia me traía una paz enorme, una tranquilidad que no había sentido nunca con nadie más.

-Sobre lo del bar, no quiero ponerme una etiqueta, no es por negarme, se que siento una atracción también por mi genero Lauren, pero no quiero decir "Soy lesbiana o bisexual o algo por el estilo".- señala.

-Lo entiendo, sería más simple si nadie tuviera que definirse.- la mire con una media sonrisa.

-¿Como han ido las cosas con tus padres?.- cuestionó con interés.

-Bien... solo les estoy dando su tiempo para asimilar lo que sucede conmigo, no hablamos mucho del tema, pero todo a su tiempo.-

-Ellos te aman, y estoy segura que esto no cambiará en nada su perspectiva sobre ti.-

-Tal vez, eso espero.- jugué con la arena en mis manos. -Es agotante fingir alguien que no eres, o simplemente sentir que les estás mintiendo o seguir alimentando ciertas ilusiones que no van a suceder porque no las puedo sentir.- le digo sincera y ella asintió.

-lo entiendo... créeme que te entiendo, fue una de las razones por las que terminé con Julian... no podía fingir que nos amábamos cuando ninguno de los dos sentía eso por el otro.-

-Es como vivir en una mentira.- complementó y ella asintió.

-Ya mentimos mucho en el pasado... ¿No crees?.-

-Lo hicimos, y sabemos cómo terminan esas mentiras... creo que al final todo sucede por algo, porque a pesar de haber mentido nos sirvió para crecer y poder ver la vida de otra forma...- ella se acercó a mi apoyando su cabeza en mi hombro dejándome seguir hablando. -A pesar de que tú creías qué haciendo como que no existía todo se iba a solucionar, pero al final de todo no fue tan malo.-

-Le dijiste a tus padres lo que sientes y bueno, yo me di cuenta que una relación perfecta no va siempre ser lo perfecto para ti.- complementa.

-Es que lo perfecto esta sobrevalorado Camila, nadie lo es... nadie lo será, somos seres humanos que nacimos para cometer errores.- la miro a los ojos. -Y aprender de ellos, madurar, crecer...- Ella sonrió levemente.

-Así que reconoces que lo nuestro fue un error.- dice.

-No, tu nunca fuiste un error para mi, jamás me he arrepentido de lo que sucedió de nosotras...- solté un suspiro. -Mi error fue no haberme atrevido y haber hecho las cosas bien contigo, porque a pesar de que tú no sentías lo mismo por mi, se que en el fondo había algo dentro de ti que me quería.-

Ella me miro a los ojos directamente.

-Sabes porque lo hice.-

-Lo se, y siempre he intentado entenderte... pero jamás has sido un error para mi.-

-Tu tampoco para mi Lauren.- me dijo sincera, su mano fue a mi mejilla acariciandola de manera suave. -No cambiaría ningún momento que viví a tu lado.-

Le sonreí levemente, dejando un beso en su frente.

Ella me abrazo con fuerza, y yo solo le correspondí de la misma forma.

En un mundo paralelo esto hubiera terminado en una noche de sexo alocado, pero ninguna de las dos tenía la energía suficiente para hacer algo así.

Entramos a la casa, yendo a la misma habitación que más de algún vez no acompaño, para dormir al lado de la otra sin casi tocarnos, pero su compañía en esos momentos estaba siendo todo para mi.

Camila tenía una especie de iman, de amnesia, que provocaba que me olvidara de todo lo que podía haber sucedido. Esa noche dormí, y descanse como hace años no lo hacía, porque estaba al lado de la mujer que hacía mi corazón latir.

Camila tenía la llave.

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El amor está subestimado Where stories live. Discover now