Catorce

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-Buenos días.- despertaba la mañana del domingo, saludando a mis padres, quienes se preparaban para recibir a los Cabellos, mis hermanos en una comida familiar.

-Buenos días cielo.- papá beso mi mejilla. -¿Todo bien?.- cuestionó.

-Si, solo me cayo mal el desayuno y vomite, lo normal pero tome el remedio y me siento mucho mejor.- aseguró sacando una botella de coca cola sin azúcar del frío. -Esto me ayudará.

-Tu papá te hará pollo en vez de carne.- dice mi madre suavemente y asentí.

-Siento informarles que no podré estar mucho con ustedes, tengo que estudiar el examen es el martes y me siento muy colapsada.- aclaro de inmediato, mamá hizo una mueca. -Lo lamentó.

-Solo no te sobrecargues, no importa la nota.- recuerda mi mamá.

-Lo se, pero de todas formas no es por la nota, quiero entenderlo bien para el futuro.- le di un sorbo a mi botella.

-Igual, si tienes un rato para estar con tus hermanos y los niños sería ideal.- asentí con una leve sonrisa.

-Ire a ducharme.- Anunció.

Y la verdad es que la noche anterior me había quedado hasta tarde estudiando luego de haber llegado de la florería. Me sentía agotada, y el vomitar no ayudaba a mi cuerpo en lo absoluto, pero entendía que el estrés siempre me iba a pasar la cuenta en estos tiempos, por lo que hice una hora de ejercicio duro para irme a la ducha esa mañana.

No les iba a negar que a cada momento recordaba el día anterior con la morena, sus bailes, las conversaciones y todo lo que hicimos juntas, era como si volviéramos al pasado, me encantaba, pero también sabía que debía ponerle muchas barreras a los sentimientos que tuve por ella antes, no quería volver a sentir el desamor, o sentirme más que frustrada.

Quería a Camila, y sabía que no podía arriesgarme a perder esa confianza que nuevamente por alguna extraña razón estábamos recuperando, quería ser su amiga, porque compartimos un montón de cosas juntas. Pero al mismo tiempo deseaba o más bien necesitaba poder hacer todas las cosas que alguna vez hicimos, ella era hermosa y simplemente provocaba en mi más de lo que nunca nadie lo había hecho.

Camila podía poner mi mundo de cabezas en un segundo, y lo peor es que cuando estaba junto a ella muy pocas veces pensaba en los "peros" siempre actuaba, fluía y hacía lo que quería, porque jamás existió un control entre nosotras más que hacer lo que sentíamos, o lo que queríamos.

A pesar de ser sumamente disciplinadas en nuestras carreras, al momento de tener una relación ambas éramos unas aventuradas, amábamos la adrenalina y lo sabíamos, pero tampoco quería que fuéramos solo una aventura y se que está soy yo imaginando cosas donde no las hay, pero ella... ella me vuelve loca.

Es imposible no pensar más allá cuando se trata de Camila.

Dos horas más tarde la casa estaba inundada del ruido, el ambiente feliz por la presencia de mis hermanos, y de los Cabellos. Papá haciendo un asado, mamá conversando con Sinu y todos envueltos en una burbuja de gratitud esperando la comida.

-Como y voy a estudiar.- le digo a mi papá, llevando las fuentes a la mesa.

-Come lento.- me pide y asentí.

Tome asiento con mi sobrino en brazos para comenzar a comer de manera lenta, la morena, entre que conversaba y comía, a pesar de no haber cruzado mayores palabras, a veces la molestaba con cualquier cosa que decía.

-Disculpen mi imprudencia, pero tengo que ir a estudiar.- me puse de pie con una leve sonrisa.

-Mucho estudio mujer.- dice mi ex suegro.

El amor está subestimado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora