¡Marry Me! [ ᵁᵏᵃʳᵍ ]

03

Si asociaba la mañana del lunes con algo, era con tortura.

Siendo explícitamente sinceros, UK era un asco para deportes y tener que levantarse todos los lunes a las 8:00 AM en invierno, solo para hacer deporte, le parecía una injusticia.

Le parecía irrelevante para su vida estudiantil.

Ponle a resolver la teoría de la relatividad, él sería feliz, pero no le mandes a dar más de una vuelta a un patio gigante para que le dé una neumonía por el sudor y el frío.

Si querian ser deportistas que se metan a un club ¿Por que joderlo a él que no hizo nada malo?

No iba a negar que se divertía en sus momentos libres, específicamente cuando tonteaba con sus amigos, pero la animosidad al deporte le era aun mayor.

No por nada era el "asocial" que se sentaba en la banca con fingidas lesiones al momento de jugar partidos. Especialmente de Handball, porque todos apuntaban a su cara, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.

En resumen. Debido a todos esos sentimientos, para cuando salió de su casa, ya tenía un cara de absoluto odio hacía el mundo.

Ni siquiera el hecho de llevar la mitad de su cara cubierta con una bufanda, quitaba que notarán su descontento.

Estaba sumamente abrigado. Las capas de abrigo lo hacían ver rígido al caminar o talvez sea por los pasos rápidos tras él que reconocía con facilidad.

Su vecino, al cual había estado tratando de evitar desde que se le ocurrió darle caramelos. Argentina iba tras él.

En serio, si Argentina no viviera a su lado y fueran al mismo lado siempre, realmente le reclamaría por hacer eso. ¿Tiene idea siquiera de las veces que se había asustado pensando que le robarían? Probablemente no, Argentina ni siquiera sabría que existen los robos.

Todavía recordaba como la mamá de Argentina le contaba a la suya que Argentina estaba emocionado y orgulloso por haber preparado, él mismo, su propio desayuno. Demasiada inocente e ingenuo.

Solo era té y pan, pero parecía haber hecho un plato gourmet.

De repente sintió que el café que tomaba a la mañana no era tan delicioso.

Tan metido estaba en sus pensamientos que no había notado que las baldosas del suelo estaban quebradas. Claro, no lo notó hasta que tropezó con una de ellas.

— Ah — siseó adolorido, ignorando la vergüenza de haberse caído en la calle. Después de todo, estaba casi desierta a esa hora y con ese frío. Estaba por levantarse e ignorar su caída, pero de repente sintió un par de manos en su cintura.

— ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? — interrogó preocupado de pies a cabeza. Levantando como si nada a UK de la cintura, quien quedó tan rígido como un muñeco de trapo.