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Las risas sonaron y el profesor de literatura tuvo que apretar sus labios para no reirse de sus alumnos y acompañar a las carcajadas de los extras que no actuaban

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Las risas sonaron y el profesor de literatura tuvo que apretar sus labios para no reirse de sus alumnos y acompañar a las carcajadas de los extras que no actuaban.

— ¡Bueno! Tomemos un descanso — avisó conteniendose, para luego cubrirse la boca y soltar unas pequeñas risas por lo bajo.

En el escenario improvisado con tarimas, Uruguay era abrazado por Argentina mientras sostenía sus mejillas para evitar que sus labios lo toquen.
No sabía que era peor, eso o que ambos estaban vestidos ridículamente por culpa de esa tonta obra.

Gracias a dios el profesor los había detenido, no sabía si se iba a morir de la vergüenza.

— Ya, Ya. Soltame — exigió, retorciéndose en buscá de su libertad. No esperaba que Argentina ignorara sus quejas y, de todas formas, le dejara un sonoro beso en su mejilla que causó las risas de sus compañeros — ¡Hey! ¡Estamos en descanso!

— ¿Y que? Si siempre nos damos besos — agregó soltando finalmente a Uruguay, quien sintió su rostro arder por la vergüenza. Claro que era normal el darse besos, pero no al frente de toda su clase.

Poco sabía Uruguay que habia despertando la envidia de todas sus compañeras con esa declaración.

Si el profesor hubiera anunciado antes que Argentina haría de Petruchio, no hubieran rechazado el papel de Catalina y por consecuencia, Uruguay no habría perdido e interpretado a Catalina como castigó.

Ahora Uruguay debía usar un vestido y ser cortejado por Argentina.

— Uhg... Odio esto — gruñó cruzándose de brazos, ganandose un sonrisa de Argentina, y varias mirada de sus compañeros que se sonrojaban por la ceñida cintura que revelaba ese vestido.

— Bueno, no es tan malo. Me perece algo divertido y nos van a dar una nota por hacerlo, eso no se ve siempre — ánimo el peliceleste, sentándose junto a su amigo para frotar su espalda, expresando su apoyo.

Uruguay se dejó, pero igual estaba enojado y avergonzado.

— Si tengo que vestirme como mujer y ser la vergüenza de la escuela, prefiero estudiar para la prueba. Es menos tiempo y me ahorra la dignidad — reprochó, dejándose caer en el hombro de Argentina. Se había emocionado cuando escuchó que si la obra ganaba iban a pasar automáticamente literatura, pero nadie le había advertido que iba a interpretar un papel femenino.

No tenía por hobby vestirse de mujer. No le gustaba para nada.

— Bueno, que salga lo que salga — calmó Argentina, robándole un bufido de Uruguay. Claro, porque el no tenía que estar usando vestido— ¿Recibiste la invitación de Chile? La de sus quince.

— Sí.

— ¿Vamos a ir? — interrogó con un sonrisa amigable.

— No se— contestó sin ganas, encogiendose de hombros.

 ¡Marry Me! [ ᵁᵏᵃʳᵍ ]Where stories live. Discover now