🌻Capítulo 11🌻

1.1K 242 263
                                    

A veces, lo más difícil de las decisiones no es, a diferencia de lo que muchos puedan pensar, el tomarlas, sino llevarlas a cabo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

A veces, lo más difícil de las decisiones no es, a diferencia de lo que muchos puedan pensar, el tomarlas, sino llevarlas a cabo. Sobre todo, cuando la curiosidad y la impaciencia forman parte de tu anatomía, como es mi caso.

Hace unos días decidí que me daría un tiempo para dejar fluir las cosas de manera natural y esperar alguna respuesta por parte del Chico Olivo.

No obstante, se me ha hecho muy difícil no ir yo misma pidiendo una explicación sobre el collar, aunque sé que hacer eso sería algo estúpido de mi parte.

Esta última semana he intentado alejarme de los problemas, entiéndase: Manuel y Román. He usado mi fuerza de voluntad para alejarme de ellos, sin embargo, eso no significa que no nos hayamos visto. No hemos encontrado en los pasillo del centro comercial, pero nuestras charlas no han pasado de un saludo rápido, para entonces seguir nuestros caminos.

Mi única distracción ha sido Andrea, que al parecer está disfrutando molestarme por mi inquietud.

—Vamos, Mirasol, anímate —dice Andrea, interrumpiendo mis pensamientos—. Vas a espantar a los clientes con esa cara, y aún no llega Halloween como para andar por ahí disfrazados de fantasmas, asustando a todo el mundo.

Hago un mohín sobre el mostrador al escucharla. Ella me ignora y comienza a bailar al ritmo de: "Yo quiero contarle, mi hermano, un pedacito de la historia negra, de la historia nuestra, y dice así...". Se acerca hasta mí entre risas para intentar hacerme bailar, lo cual funcionaría si yo no tuviera dos pies izquierdos.

—¿Y esa emoción que cargas? ¿Tú escuchando salsa? —pregunto extrañada, levantándome del asiento dispuesta a hacer el ridículo un rato con mi amiga.

—Nada —Ella encoge un hombro restándole importancia—. La vida es muy corta, Marisol, como para andar por ahí amargada y desilusionada porque la gente no te escribe.

—No seas tan sutil, chama. Cuidado y no capto que la punta era para mí —replico con sarcasmo y ella saca la lengua.

—Pero sabes que tengo razón —agrega con superioridad, encogiendo el hombro nuevamente—. Además, tengo una buena corazonada, todo va a estar bien. Sólo quita esa cara de espanto —pide en tono de súplica y orden.

—Vale, está bien —me rindo levantando mis manos y sonriendo con exageración—. ¿Feliz?

—Ajá, pero tampoco me hagas muecas como que el niño de Karate Kid, que yo no soy Jackie Chan —dice entre risas.

Meneo la cabeza y me alejo de ella, dispuesta a jugar un rato en la computadora. A pesar de ser viernes, no hay tanto movimiento en el local, sólo un par de clientes vinieron unas horas antes y se fueron apresuradamente.

Cuando se acaba la canción "La Rebelión", Andrea coloca una música más suave y se sienta a mi lado en el mostrador para descansar, al mismo tiempo que comienza a jugar con su teléfono. Yo intento ignorarla, pero el hecho de que le esté sonriendo como una tonta a la pantalla mientras teclea no es normal en ella.

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Where stories live. Discover now