Han pasado tres días desde mi incidente con Pepe, pero sigo sintiéndome avergonzada por lo que pasó.
Ese sábado yo estaba hecha un mar de lágrimas. Me sentía como una tonta, no podía creer lo ilusa que había sido. Y, aunque intenté disimular, tenía las emociones a flor de piel.
Llegué corriendo a la floristería y no me preocupé por las dos señoras que estaban haciendo sus compras. Fui directo a encerrarme en la oficina hasta que, a los pocos minutos, sentí entrar a Andrea.
—Chama, ¿estás bien? —preguntó con cautela—. Llegaste llorando.
Después de contarle todo lo que había pasado, su reacción no sé hizo esperar:
—¡Ese perro desgraciado! ¿Para qué te busca si tiene novia? —dijo molesta, mientras yo me deshacía en llanto con mi cabeza en su hombro.
—No es su culpa. Fui yo quien se ilusionó. Fui tan tonta, chama —sollocé—. Era obvio que alguien como él no se fijaría en mí.
—¿Alguien como él? ¿Estás hablando en serio? —Pude notar la incredulidad en su voz.
Andrea se separó de mí y me tomó de los hombros para que pudiera verla directamente a los ojos.
—Marisol, escucha bien lo que te voy a decir: cualquiera tendría suerte de fijarse en alguien como tú. No dejes que ningún idiota te haga sentir menos de lo que realmente vales —recalcó—. Si alguien no puede notar lo maravillosa que eres, el que no vale la pena es esa otra persona.
Luego de decir eso, Andrea me dio una sonrisa sincera y las lágrimas siguieron saliendo, aunque ahora estaban mezcladas con un poco de alegría.
Bien dicen que, cuando le hacen daños tus amigos, te conviertes en una experta en armas, dispuesta a ir por el mundo protegiendo a los tuyos. Aunque es cierto que no vamos a matar a nadie, Andrea y yo nos defendemos con capa y espada la una a la otra.
—Al final de Willoughbys está lleno el mundo, ¿no? —dije en broma.
—No, no lo compares. Pepe es un idiota sin redención. En todo caso sería un Wickham. Ya no le compraré más a él —dijo seria—. Buscaré otro chico sexy al cual comprarle.
Y con eso se perdió toda la seriedad del momento. Yo reventé en una carcajada por su ocurrencia.
—¿Sabes que vamos a hacer? —pregunté, limpiando las lágrimas de mi cara.
—¿Regalarle un café con sal a Pepe? —propuso de manera inocente.
—Aunque suena tentador, mejor vamos a cerrar temprano y ahogar nuestras penas en...
—Cerveza... digo yo.
—En pollo frito y helados, Andrea, vamos a ahogar nuestras penas en pollo frito —concluí.
—Y después... ¡nos vamos a jugar bowling! —Mi amiga aplaudió feliz con los planes que acabamos de hacer.
—¡Eso! —celebré entusiasmada, teníamos tiempo sin salir juntas.
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Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅
Romance"Sonríe, porque alguien te quiere en secreto. Atentamente, la chica girasol". Así suelen terminar las cartas enviadas de manera anónima por Marisol Romero, una joven florista caraqueña a la que le encanta pasar sus horas libres buscando la manera de...