🌿Epílogo🌿

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"Non si vive se non il tempo che si ama

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"Non si vive se non il tempo che si ama."

Eso es lo que dice la inscripción en la tapa trasera del reloj.

Con cuidado ajusto la correa de cuero marrón sobre la muñeca de mi mano izquierda, y de pronto siento un cúmulo de lágrimas anudarse en mi  garganta mientras delineo el borde circular del reloj con el pulgar derecho.

Con un suspiro me sacudo y trato de alejar la tristeza de mí, pero me resulta casi imposible; lo extraño mucho. Llevar su ropa y su reloj me tener sentimientos encontrados. Por un lado, siento que tengo parte de él aquí conmigo, pero por otro, quisiera que fuera él quien las tuviera en este momento, estando aquí, dándome algún consejo sobre la vida.

Como si pudiera saber lo que sentía sin decirle, mi abuela entra a la habitación y se queda en la puerta entre abierta. Con una mezcla de ternura y melancólica en sus ojos me ofrece una débil sonrisa. Sé que ella debe sentirse igual que yo, por eso abro mis brazos para recibirla en ellos, esperando un abrazo de eso que son capaces de unir todas las piezas rotas. Ella se acerca con cautela y recibo en primero una caricia en las mejillas, atrapando una lágrima que escapó sin permiso, antes de abrazarme rápidamente.

—Te pareces mucho a él —Toma mis manos para separarlas del cuerpo y poder observarme de arriba a abajo con un leve gesto de aprobación. Acomoda mi corbata y sacude del saco unas pelusas casi imperceptibles—. Pero lo guapo lo heredaste de mí —dice con un giño robándome una sonrisa y ensanchando la de ella—. Venga, ya, quitemos esas caras que hoy es un día especial. ¿Nervioso?

Exhalo todo el aire de mis pulmones y giro para verme al espejo, reparando en cada detalle.

El traje es de corte clásico y de color beige. Llevo una simple camisa blanca con doble abotonadura en cuello, y una corbata azul; mi abuela dice que es de seda. Casi todo el conjunto, a excepción de la camisa, le perteneció al abuelo, y yo lo heredé. El reloj fue su último regalo antes de marcharse. Lo mandó a hacer cuando supo que su enfermedad estaba avanzando.

—Esa no es precisamente la palabra que yo usaría para describir lo que siento —confieso mientras me concentro en domar un rizo rebelde que se niega a doblegarse—. Terror lo define mejor, pero es más que eso, es...

—Déjame, yo lo hago —propone mi abuela, que me arrebata el peine y me sienta en la cama para estar en una mejor altura para ella—. Cuéntame, ¿qué sientes?

—Justo ahora me siento como un chiquillo mientras me peinas.

—Bueno, siempre serás mi chiquillo —confirma sin dejar de peinarme—. Pero no me cambies el tema, ¿qué sientes?

—Millones de cosas —confieso entre risas—: miedo, alegría, terror, incertidumbre, algo de tristeza por todo lo que ha pasado, pero, sobretodo, una felicidad indescriptible. ¿Tú...tú te sentías igual? ¿Sabías cómo se sentía el abuelo?

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Where stories live. Discover now