🌻Capítulo 6🌻

1.5K 312 346
                                    

El transporte aquí es horrible a cualquier hora del día, pero en las horas picos se vuelve casi insoportable

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El transporte aquí es horrible a cualquier hora del día, pero en las horas picos se vuelve casi insoportable.

Después de esperar más de media hora en la estación del metro, aguantar empujones de los otros pasajeros y llevarnos uno que otro pisotón, Andrea y yo por fin conseguimos dos asientos libres en el tren que nos llevará a casa. Aunque no vivimos juntas, nuestros hogares están lo bastante cerca como para acompañarnos.

—No estoy segura de que eso vaya a funcionar. Los hombres no suelen fijarse mucho en esas cosas —le comento a Andrea.

Me acaba de contar su genial idea: que use el collar y visite a ambos chicos. Así quizás alguno de los dos diga algo que lo delate, o nos dé una pista.

—Por algo hay que comenzar. Además, estoy segura de que quien te dio el collar va a estar pendiente de si lo usas o no. ¿A quién visitarás primero? —inquiere.

Lo pienso un rato.

¿Será Manuel o será Román? Esa es la cuestión.

Me siento como Hamlet con la calavera en la mano. Pero en mi caso no hay calaveras sino el recuerdo de lo que decían cada una de las cartas que les envié a estos dos seres, y la relación que tengo con ellos.

Román es el chico que trabaja en la heladería. Nos conocimos cuando él llegó al centro comercial, hace unos ocho meses.

Recuerdo que ese día llovió bastante fuerte, lo que fue algo inusual para ser febrero, y a mí, en los días lluviosos, me encanta comer helado; es algo matemático, algo así como: clima frío + helado = perfección.

Subí al tercer piso pensando en comprar mi helado favorito, coco con crema de limón, pero cuando llegué a la heladería preguntando la chica que siempre me atendía, ella no estaba allí. En su lugar se encontraba un chico rubio con la cara salpicadas de pecas. Sus ojos aguamarina se movían inquietos de un lado a otro, y con una sonrisa asustada le daba la bienvenida a los clientes que tenía delante de él. Me recordó mucho Skyler Gisondo, el hijo de Ben Stiller en "Una noche en el museo 3".

Mi turno llegó y su amabilidad desbordó al hablar. Lástima que tenía la atención de un gato bebé y cambió por completo mi pedido. Terminé con un helado de ron pasas y fresas, algo completamente horrendo. Se excusó diciendo que es bueno probar cosas a de vez en cuando, y me prometió atenderme mejor para la próxima vez, porque sí, según él, debía volver. A pesar de ser tan tímido, su torpe flirteo me sacó una sonrisa. Era obvio que yo volvería, no es como si me fuera a ir del centro comercial por eso.

La primera carta se la envié hace unos meses. Pasé por la heladería y vi a su jefa gritarle por haber derramado unos ingredientes. Él solo bajó la cabeza y se puso rojo como un tomate. Cuando llegué a mi tienda le escribí una carta breve.

Creo que decía algo así:

"Caracas - Venezuela

Agosto de 2020

Cartas de la chica girasol - COMPLETA ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora