8 -Desilusión

3.1K 110 27
                                    

Sanem

Los dos días que pasé en casa de mis mejores amigos me permitieron recuperar un mínimo de control sobre las emociones que me habían desbordado por completo. No es que el dolor sordo que siento en mi corazón haya disminuido, pero de alguna manera, el haber tenido tiempo para llorar y reflexionar sobre lo sucedido me ha permitido recuperar cierta apariencia de dominio sobre mí misma.

Después de los primeros momentos en los que necesité estar sola para poder reflexionar y desahogarme hablé mucho, expresé con ellos toda la desesperación que siento en mi interior ante la idea de no volver a verlo y esto me ha permitido aceptarlo y empezar a gobernarlo.
Tengo que aprender a seguir adelante, a vivir una apariencia de normalidad, a seguir con algo que pueda llamarse vagamente vida cuando en realidad siento en el fondo que nada puede hacerme sentir feliz sin él.

Volví a meter todos mis objetos personales en el carrito y el domingo por la tarde me puse en camino triste hacia la casa de mis padres con un enorme peñasco todavía en el corazón, pero con la calma necesaria para mentir y hacer creer que todo está bien a los ojos de mis padres.

No es fácil, veo que mi madre en particular me escruta atentamente, pero me justifico diciendo que estoy muy cansada y, tras despedirme rápidamente de ellos, me voy a refugiar a mi habitación con el póster de los grandes albatros.
Me siento y lo miro durante mucho tiempo pensando que son hermosos y libres al igual que él ahora, me equivoqué al creer que podría quedarse en su sitio para siempre, nunca podrá hacerlo, debería haberlo sabido.

Me preparo para ir a la cama y me meto bajo las sábanas en posición fetal intentando aliviar el sufrimiento que sé que me acompañará durante mucho tiempo. Soy consciente de que será duro, pero no puede ser de otra manera, tendré que aprender a vivir con esta sensación de pérdida cada día a partir de ahora.

Por la mañana me levanto después de una noche casi sin dormir en la que no he hecho más que mirar el reflejo de las farolas en el techo de mi habitación. Intenté vaciar mi mente en todos los sentidos, pero cada respiración me seguía hablando de él y cada parpadeo de mis ojos reproducía incesantemente imágenes de mi hermoso albatros.

Ir a la editorial, entrar por la puerta corredera del vestíbulo del edificio sabiendo que no hay ninguna posibilidad de encontrarse con él me hace sentir una inesperada sensación de desesperación que intento contrarrestar corriendo escaleras abajo refugiándome en mi despacho y detrás de la pantalla del ordenador. Pretendo concentrarme en mi trabajo cuando mi mente no es más que una confusa maraña de pensamientos e imágenes de él y de nosotros.

Yigit se asoma brevemente para despedirse y no puedo evitar disculparme sinceramente por haberme ido tan repentinamente, dejándole solo en Esmirna.
Con un suspiro de alivio acojo su afirmación de que ha entendido perfectamente la situación y que no hay problemas.

El día pasa lenta y pesadamente, consigo terminar poco y nada ya que soy completamente incapaz de concentrarme en otra cosa que no sea esta sensación de asfixia que me asalta cada vez que pienso que ya no es mío, que quizás no vuelva a verlo en el resto de mi vida.

Subo lentamente las escaleras para salir de la editorial al final del día como si tuviera el peso del mundo entero sobre mis hombros, ha sido duro pero el primer día ha pasado y poco a poco pasarán muchos otros, el dolor nunca desaparecerá del todo pero el tiempo quizás permita que se afloje el agarre de la terrible garra que siento en mi corazón en este momento.

Cuando llego al vestíbulo principal del edificio veo a muchos chicos de la agencia reunidos en torno al mostrador de recepción. Me doy cuenta de que Cey Cey se mueve nerviosamente de un lado a otro de una forma poco habitual.
Veo que los chicos echan un vistazo a algo en el mostrador y luego me miran incómodos, Cey Cey trata de interponerse entre ellos y yo y en este punto estoy definitivamente curioso, ¿qué está pasando?

- ¿Qué pasa, chicos? -

Nadie hace un solo ruido, con decisión muevo a Cey Cey a un lado y paso por delante de él para llegar al mostrador y mirar lo que los demás están viendo, me acerco con curiosidad y no puedo evitar sentirme totalmente aniquilada por lo que mis ojos están registrando.

Me doy la vuelta y salgo del edificio a toda prisa, paro un taxi entre lágrimas y le doy al conductor la dirección del paseo marítimo. Por segunda vez en pocos días me encuentro derramando lágrimas desesperadas en el asiento trasero de un taxi por alguien que evidentemente ha seguido su propio camino y me ha borrado por completo de su mente.

Una vez llegado a destino pago y bajo a caminar lentamente hacia el mar, camino con la cabeza gacha sin poder alzar la vista sobre el Bósforo y la Torre de la Doncella que nos encantaba mirar quedándonos abrazados durante horas en esa roca que siempre ha sido para mí refugio y consuelo.

Me siento, doblo mis rodillas abrazándolas y apoyo mi frente en ellas, un llanto silencioso acompaña la repetición en mi mente de esas fotos que no han sido más que un golpe feroz a mi corazón y a mi alma.

Deben de haber sido tomadas la misma tarde de su llegada a Londres, con un estrechamiento en mi corazón vuelvo a ver la imagen de ellos atravesando juntos las puertas correderas de un hotel y entonces lo que golpeó mi autoestima y el débil atisbo de esperanza que tenía sobre el hecho de que todavía podía sentir algo por mí.

Era intolerable ver cómo Polen le rodeaba el cuello con sus brazos mientras se miraban intensamente a los ojos, era la prueba de que no sólo se fue CON ella sino que se fue a Londres en última instancia POR ella.

Tardo horas en dejar de derramar lágrimas amargas, lágrimas de decepción por la traición de un amor que parecía tan verdadero y puro en mis ojos....

No me equivoqué entonces, al final volvió a Polen, me duele pero tengo que llegar a aceptarlo como tendré que aceptar lo que me espera desde hoy y para siempre.

Tengo que aceptar vivir una vida a medias, sin él en mis días y en mi día a día, sin sus sonrisas o sus caricias rozadas en mi pelo, sin un nosotros que dé sentido a cada momento de una existencia que tendrá que resignarse a ser vacía e incompleta.

El sufrimiento de hoy no es muy diferente al de ayer, sólo que hay mucha más desilusión, está la conciencia de haber sido un interludio, un desvío dentro de su historia con Polen y eso duele, maldita sea.

Suspiro sollozando una vez más, respira Sanem, respira y sigue viviendo, tienes que aceptar que en realidad ella nunca te amó de lo contrario no habría vuelto con ella tan rápido, no puedes dejar de lado un sentimiento tan especial en unos días, si fuera así ese sentimiento nunca existió realmente.




El viaje del albatrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora