Perdón

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Holaaa. Aviso de que esté capítulo tendrá Lemmon con un poco de sadismo, así que, si no estás de acuerdo o no te gusta, te invito a retirarte y esperar a la siguiente actualización.

Si no... Entonces que disfrutes de la lectura...

Aquellas palabras habían resonado en sus oídos, haciéndolo temblar de nervios y que un jadeo de leve excitación se escapara de sus labios, mostrando sus ojos negros en todo su esplendor.

Jeon solo lo llamaba de aquella forma cuando veía necesario reprenderlo por no haberlo obedecido, aunque nunca fallaba cuando se lo ordenaba de verdad, pero el fin de sus "castigos", era que Jimin le hiciera caso a la primera petición...

                                  °°°
— Ah~! Amo! Ngh! - gritó y gimió cuando sintió su interior temblar, abriendo sus ojos y llorando debido al placer y frustración que lo recorría, haciendo que sus muslos intenten cerrarse, pero una varilla de metal entre sus tobillos no se lo permitía, arqueando la espalda y apretando sus manos contra la cinta de cuero que las mantenía atadas.

— Shhh... - calló Jeon, acercándose a él y pasando por su boca un tipo de bozal con una esfera en el centro, misma que se introdujo entre los labios del mitad demonio, ahogando sus gemidos y jadeos, dejando que únicamente sea posible que se escucharan sus respiraciones rápidas y quejidos.

Bueno, lo que ocurría en este momento en aquella habitación que, durante siglos enteros, había ocultado y retenido todo tipo de sonidos raros y comprometedores entre sus paredes, era el decenlace del castigo que solía implementar el hechicero. Claro que este no resultaría doloroso y mucho menos peligroso para el demonio, solo era una especie de escarmiento que, a la vez, le resultaba de entretenimiento.

— A penas iniciamos... - habló contra el oído del peliplateado, haciendo que un estremecimiento lo recorra de pies a cabeza.

Y para desfortunio del menor, tenía razón, esta especie de "castigo", acababa de empezar hacía unos cuantos minutos, en donde, después de prohibirle salir, Jungkook le había ordenado desnudarse y acostarse en la cama, para después darle cada uno de los instrumentos que debía de colocarse, tales como aquella pieza de metal que ató en sus dos tobillos, la cual se aseguraría de evitar que sus piernas se cerraran. Pasando después a unas cintas de cuero que hicieron sus rodillas flexionarse, dejándolo aún más expuesto, junto con otro más que apretó en sus muñecas, y que él mismo amarró en una de las esquinas del cabezal de la cama.

Mientras tanto, el azabache solo lo contemplaba expectante desde la misma silla en donde minutos antes había estado sentado Taehyung, deshaciéndose de su gabardina únicamente, ya que esto también formaba parte de su escarmiento.

Una vez listo, Jimin pudo ver, con los pelos de punta, cómo su amo se dirigía al gran y espacioso armario de madera antigua que tanto lograba darle escalofríos, ya que, dentro de este, se encontraban los utensilios que Jungkook usaba para educarlo. Viendo cómo sacaba un maletín negro, mismo que no era desconocido para el menor, quien no evitó soltar un jadeo al recordar cada vez que los habían usado con él. Observando detenidamente cómo, al ser abierto, dejaba ver uno y varios juguetes sexuales, los cuales, con el paso del tiempo, el hechicero se había encargado de recolectar y actualizar con cada invento nuevo que hallaba, algunos incluso los había proporcionado Taemin, en unas de las tantas idas al inframundo, adquiriéndolas para después venderlas al azabache.

Jeon los miró uno por uno, cuestionándose por cual sería mejor empezar. De todos modos, tenía todo el tiempo que quisiera, la tarde a penas iniciaba. Por lo que, inclinándose por unas pequeñas pinzas, las tomó y se aseguró que el más pequeño también las viera, retorciéndose un poco cuando se acercó a él y extendió su mano a su pecho, el cual estaba agitado y subía y baja con nerviosismo. La fría y gran mano de Jungkook lo recorrió tentativa y malvadamente, asegurándose de no hacer mucha presión y solo darle pequeños y fugaces roces, llegando final y tortuosamente a sus pezones, donde, para martirio del menor, no los talló ni hizo gran cosa, sólo sonrió, dejando ver sus grandes dientes frontales y causando que un poco de desesperación inunde al mestizo.

My Cute, Sexy and Lovely Servent [KOOKMIN]Where stories live. Discover now