Mortal.

781 81 43
                                    

Había luz. Una blanca y gigante luz que parecía estar devorando todo el lugar, lo que fuera que fuera este. No importa hacia dónde se mirase, izquierda, derecha, arriba o abajo, no había escapatoria alguna de aquella luminosidad, es más, ni siquiera creía capaz cambiar de perspectiva o ángulo, porque, era como ser el centro de una esfera de cristal, tan frágil que ni siquiera se podía tocar, pues, hasta el más mínimo temblor la hace temer romperse. No existía cuerpo propio, era ser parte del todo, sin más ni menos, sin cercanía o lejanía, sin sombras ni oscuridad que le permitiera percatarse realmente de las dimensiones que lo rodeaban, si es que existía algo más a su alrededor, si es que no se encontraba completamente solo y abandonado como se percibía. Tan a la deriva, tan solitario, tan abandonado por todo que, únicamente parecía estar siendo consumido por la tediosa luz deslumbrante que lo rodeaba, tan inmensa que, sus párpados parecían haber sido quemados por esta misma, derretidos, extintos, prohibiéndole el parpadeo, teniéndole inevitablemente atento a todo lo que pudiera suceder, aún, cuando nada ocurría.

¿Su cuerpo?

Ni él mismo era consciente de este, porque, no lo sentía, tampoco podía verlo. Si alguien le pidiera describir la sensación que lo invade, se compararía a sí mismo como una espora incorpórea, únicamente existente, y, aún así no podría asegurar aquello último, porque, todo era tan desconocido, tan extraño, tan abrumante que, lo odiaba.

Si tuviera algunas piernas o brazos que le permitieran posarse en el suelo inexistente de aquel espacio en el que estaba, sería una historia completamente distinta, puesto a que, lo alejaría del sentimiento de estar a la deriva, sin control pero tampoco con una fuerza exterior que lo obligara a desplazarse a algún sitio en específico, en vez de estar estancado, atrapado en el espacio, inerte, solitario, como un globo que se ha soltado y ahora vaga por los aires, sin voluntad, pero, hasta los globos ahora le parecían más afortunados que él, ya que, estos, al menos pueden ver el hermoso paisaje de las nubes, siendo acariciados por el aire, el aire que los hace sentir parte de algo, pero a la vez como un cuerpo ajeno, siendo traído a la realidad por las ondas de viento que dirigen y su camino hacia la muerte final.

La muerte. Vida, muerte, ambas eran una basura, siempre creyó eso, aunque, aquello no significaba que odiara ni a una ni a otra, simplemente tenía una concepción peculiar de ambas. Seguramente, si hubiera tenido que hacerlo, hubiera sido bastante capaz de escribir libros pesados y gigantes sobre cómo conceptualizaba a ambas, pero, la desidia y el desinterés se aseguraron de mantenerlo alejado de su tinta, pluma y pergamino, pues, no le importaba hacerlo, jamás lo hizo y, ahora no era la excepción.

Pero, no porque ni siquiera pudiera tener acceso a un equipo de escritura medieval, si no, porque, no eran la vida ni la muerte aquellas que le causaban curiosidad.

Había vivido el tiempo suficiente que, por lo mismo, ya no le temía a la muerte, solo la consideraba como una etapa más de su existencia infinita, aunque estuvo muchas veces cerca de esta, coqueteándole, pero siempre rechazando sus brazos que intentaban desesperadamente abrazarlo y tirar de él hacia la oscuridad del infierno. Porque, definitivamente no sería al cielo donde se dirigiría su alma después de abandonar el plano terrenal, estaba cien por ciento seguro de eso y, la misma idea le ponía los pelos de punta con una incremente curiosidad y ansias por conocerlo en persona.

El cielo, con ángeles aburridos cantores y músicos que, a pesar de encontrarse desnudos entrarían en pánico si les propusiera una orgía, junto con un jurado lleno de abogados celestiales que solo se encargarían de enumerarle y recordarle la infinidad de pecados que ha cometido una y millones de veces en su miserable vida, siendo juzgado por un Dios invisible y desconocido por cada uno de ellos, sonaba como una idea tediosa y que robaría mucho de su inexistente tiempo. Estaba seguro de que no pasaría por la prueba de aquel ser todo poderoso que ha sido descrito de diferentes maneras por los estúpidos humanos que, de alguna forma, querían creer que tenía alguna semejanza y relación con ellos, cuando, ellos mismos solo son una bolsa de pecados, maldiciones y monstruosidad, intentando minimizar sus errores con una fe que jamás será correspondida, porque, allá del desgraciado que se fíe en la humanidad.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 22, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

My Cute, Sexy and Lovely Servent [KOOKMIN]Where stories live. Discover now