3. La Orden del Fénix

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Snape no la reconoció cuando la joven pasó como un rayo a su lado, como una aparición, una impresión que bien valdría un infarto. Si corría o volaba no supo decirlo.

No la reconoció tampoco cuando Flitwick gritó su apellido.

Tampoco cuando pudo contemplarla mejor. Tenia el pelo azul claro, bajo esa luz, corto por encima de los hombros, llevaba un vestido negro bastante perjudicado. Uno de los tirantes se había roto. El jersey blanco lo llevaba anudado de forma extraña para hacerse una especie de soporte para su brazo izquierdo, parecía que estaba malherida. De su pecho sobresalía un ángulo de forma extraña. Las manos las tenía llenas de magulladuras como si se hubiera estado peleando. Las medias rotas y llenas de cortes. Los cordones de las zapatillas desatados, un milagro que no se hubiera caído. Por no decir que estaba sucia y con el pelo revuelto, como si se hubiera revolcado por la tierra. Llevaba rímel, lo revelaban los dos surcos negros que habían dejado las lágrimas en sus mejillas.

Pero la reconoció en cuanto sonrió. Tenía bastante sentido que Severus hubiera tardado tanto en reconocer a quien tenía delante. Alumna de intercambio con España, donde no tenían una escuela propiamente dicha. Solo pasó en Hogwarts los últimos dos cursos. Además parecía una persona completamente distinta. No había crecido mucho más, no era especialmente alta. Pero la recordaba con el pelo mucho más largo y negro. Además solía ir maquillada.

Pero lo que desbloqueó los recuerdos de Snape fue aquella estúpida sonrisilla. En cuanto llegaron a la linde del bosque Flitwick mencionó a Hagrid y la joven puso esa sonrisa. Snape la odiaba, los recuerdos de ella se agolparon en su mente. Siempre sonriendo con superioridad, como si supiera algo que Snape no comprendía. Nunca consiguió que le temiera, o esa era la impresión que recibía Severus. No es que tuviera especial interés en el miedo, pero los alumnos que no le respetaban le temían. Sunflower no hacía ninguna de las dos cosas.

- ¿Han venido juntos o se han encontrado por casualidad? - preguntó la joven de forma inocente.

Snape se olía sus pretensiones. Una pequeña metomentodo. Su aspecto podía haber cambiado, pero sus malos hábitos persistían.

- Sunflower - Snape procuró destilar su antipatía en sus palabras- ¿No crees que tenemos cosas más importantes ahora?

Tuvo el valor de volver a dibujar aquella sonrisa. Con toda aquella situación y se permitía sonreír. Si bien se había enterado hacia poco parecía extrañamente calmada. No es que no estuviese nerviosa, es que no se había puesto más nerviosa. Es más, parecía que saber lo que había sucedido la había dejado más tranquila que otra cosa.

Una Gryffindor más, en cuanto le ponen cara al miedo parece que le pierden respeto.

Snape se intentó centrar, y de paso centrarla a ella, devolverla al mundo real. Le preguntó si podía usar la varita y, para más inri, la muy inútil la había perdido.

La examinó mejor mientras buscaba la varita, desesperadamente, palpando su vestido, como si por ello fuese a aparecer algún bolsillo por arte de magia. 

No tenía tampoco un buen aspecto, las manos las tenía muy magulladas e inflamadas. La clavícula, como bien había predicho la joven, estaba rota. Snape no se explicaba cómo había corrido a tanta velocidad hasta ellos en ese estado. Estaba cargada de energía, se notaba por su comportamiento acelerando. Probablemente su cuerpo aún estuviese bajo el efecto de la adrenalina. El profesor de pociones imaginó que eso disminuía la percepción del dolor.

Flitwick ya le estaba recriminado por la varita y, por mucho que la detestase, probablemente estaba pasando uno de los momentos más traumáticos de su vida. Tuvo paciencia, le pidió que se quedase con ellos y esperó que no diese más problemas.

El Vacio (Snape fanfic) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora